- Jorge Eduardo Mota Casillas
El 1 de octubre tomó protesta la primera mujer PRESIDENTA del país, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, a todas luces un evento histórico y un gran paso en la historia nacional para las mujeres. Acompañada de Ifigenia Martinez, la presidenta del Congreso, quien nació antes de que las mujeres pudieran votar y que en su vida se destacó como una activista de izquierda y que hoy, 70 años después de que pudieran votar las mujeres, vemos a una presidenta.
En su discurso, lleno de emoción “así quién sabe cómo”, agradeció a Andrés Manuel López Obrador, por todo su trabajo.
En un día que deberíamos celebrar la conclusión de un mandato presidencial y el inicio de uno nuevo liderado por la primera mujer presidenta, no puedo evitar pensar en lo tranquila que es la vida cuando no pensamos en política o economía o estos temas que nos ponen los pelos de punta.
Pero así como en la calma uno se olvida de los temas banales, creo que hay otra perspectiva, aunque más nociva. Cuando uno se enfoca en la supervivencia, los mismos temas de los que hablo, se vuelven irrelevantes.
En México vivimos en crisis, y no es una reciente o una que venga desde los 60s con la guerra sucia o con de los 30s con la instauración de un partido político o por las crisis políticas del S. XIX ni por la independencia. Ni siquiera estoy seguro de que ese problema estuviera ausente antes de que se decidiera la extensión territorial de nuestro país o desde que éramos una capitanía de la Corona de Castilla o incluso desde la existencia formal o material del imperio azteca y sus contemporáneos. La realidad es que la crisis que vivimos actualmente y que generaciones atrás la han vivido y muy seguramente en el futuro la vivirán, radica en la desigualdad.
En todo el país está pasando algo que no permite que las personas se enfoquen en los “temas de relevancia” como lo es la política y el cambio de gobierno. Por dar algunos ejemplos de cómo las personas se interesan más en sobrevivir a las condiciones en las que viven en lugar de la toma de protesta; en Culiacán, Sinaloa la violencia no se detiene, en Bocoyna, Chihuahua los agricultores se tienen que desplazar por la falta de agua, tan solo el inicio del gobierno de la nueva presidenta se inauguró con 80 homicidios. Pero no nos vayamos tan lejos y pongamos escenarios “derrotistas”, aproximadamente 9.1 millones de personas viven en pobreza extrema, cerca de 70 millones de personas están desempleadas y 110 mil personas (según cifras del gobierno) están desaparecidas, esto solo por nombrar algunos de los problemas a los que se enfrentan las personas día con día.
México, a pesar del caminar hacia el futuro con la primera mujer PRESIDENTA, se encuentra hundido en un fango de desgracias, y las personas que representan el soporte de la nación no se pueden dar el lujo de disfrutar este hito o de preocuparse por temas tan arbitrarios y aleatorios como la política.