- Diego Bentriz Morán
Para Diego Gómez Pickering
“Mi madre le dijo una vez a Arafat: los fusiles pueden ser de los locos y los criminales. Para acabar con el terror hemos inventado las armas contrarias. Se refería a la razón”.
Maruan Soto Antaki. Lo que hicimos mal los adultos
El anuncio del cese al fuego en la Franja de Gaza, pactado por Israel y Hamás, que podría trazar el camino para un acuerdo permanente después de 15 meses de la escalada de violencia, muestra que aún en escenarios tan complejos es posible (y deseable) que predomine la razón sobre el uso de la fuerza. Aunque importante, este es apenas el primer paso para cerrar una herida en el conflicto palestino-israelí; otras más siguen abiertas.
En su libro Gaza ante la historia, el historiador italiano Enzo Traverso hace un esfuerzo por entender “en situación” lo que ocurría en esta región del mundo, con una reflexión sobre cómo la historia estaba llamada a interpretarlo y cómo ya se le estaba usando en tiempo real para explicar lo que sucedía. La entrada en vigor de este acuerdo nos lleva obligadamente a retomar la reflexión y a hacer un primer corte de caja. La resaca que deja más de 46,000 muertos, de los cuales más de la mitad eran mujeres, niños y personas mayores, los miles de heridos, los más de 130 periodistas asesinados y la destrucción de infraestructura civil, pone de manifiesto una realidad que es urgente voltear a ver, inicia el tiempo de la historia.
En el marco del derecho se llevan a cabo dos procesos ante los más altos tribunales internacionales: uno de ellos, en la Corte Internacional de Justicia, donde Sudáfrica denunció al Estado de Israel por cometer presuntos actos de genocidio, lo que constituye una violación a la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, de la cual Israel es Estado parte; el otro, se lleva ante la Corte Penal Internacional (CPI), donde se ha iniciado un proceso en contra de Benjamin Netanyahu, Yoav Gallant, (exministro de Defensa israelí) y Ibrahim al-Masri (dirigente de Hamás), acusados de cometer crímenes de guerra, uno de los cuatro crímenes internacionales que contempla el Estatuto de Roma de 1998 y que dio origen a este órgano.
La CPI fue creada para juzgar crímenes internacionales, una categoría que engloba aquellas acciones que se considera afectan a la humanidad en su conjunto, sin importar dónde ocurran, y por ello existe un interés universal en que sean castigados. Estas conductas son: genocidio, crimenes de guerra, crimenes de lesa humanidad y crimen de agresión. En este caso, la investigación fue iniciada de motu propio por la fiscal Fatou Bensouda y fue posible gracias a que Palestina se adhirió al tratado en 2015. El fallo de estos tribunales, así como la respuesta de la comunidad internacional ante ellos, dará una señal unívoca sobre la manera de aproximarnos a una desgracia de esta envergadura.
Como parte de la revisión histórica de lo ocurrido el ejercicio de memoria resulta fundamental, al hacerlo habrá que recordar las mentiras, las fake news, la criminalización de las protestas pacíficas, los discursos orientalistas, el intento por sabotear la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA por sus siglas en inglés) y los relatos antisemitas. Pero también habrá que recordar la solidaridad de jóvenes universitarios alrededor del mundo, de quienes prestaron (y continuarán prestando) ayuda humanitaria, a los periodistas que informaron con la verdad y a quienes en medio de la polarización buscaron construir diálogo. A ellos tampoco los olvidamos.
El acuerdo de cese al fuego es frágil y depende de la confianza en el otro. Con el ataque terrorista perpetrado por Hamás el 7 de octubre, la sociedad israelí perdió la confianza en la promesa de seguridad. Por su parte, los gazatíes deberán confiar en la palabra de un Estado que ignoró repetidamente los marcos del Derecho Internacional Humanitario. Fue precisamente la desconfianza la que allanó el camino para la llegada de Hamás a Gaza y del Likud al gobierno de Israel.
Aluf Ben, editor en jefe del periódico Haaretz, afirmó: “los israelíes no pueden esperar seguridad si siguen ignorando a los palestinos y rechazando sus aspiraciones, su historia e incluso su presencia” (2024). La aceptación de la presencia y dignidad del otro es esencial para mantener este acuerdo. De completarse las tres fases proyectadas para el acuerdo, sería importante utilizar mecanismos como la justicia transicional para apostar por una paz de largo alcance. En ese sentido, el oficio de historiar lo que ha pasado en estos meses es un paso en la dirección correcta.