- Autora: Cecilia Gabriela Rodríguez Quintero
- Editora de estilo: Renata Romero Guzmán
¿Quién de nosotras quiere pasar el Día del amor y la amistad sola? Principalmente cuando el “sola” se asocia a pasarla sin pareja en un sistema patriarcal que nos ha enseñado desde que nacemos que el amor de pareja solamente es válido cuando está sustentado en la heterosexualidad obligatoria, y desde este escrutinio, nos han hecho pensar que lo mejor que nos puede pasar en la vida como mujeres es encontrar un “buen hombre”. ¿Quién no quiere encontrar a su media naranja? ¿Somos mitades? ¿A quién desde niña no le han metido la idea que una mujer “vale” y es “pura” si se abstiene de tener relaciones sexuales hasta el matrimonio? ¿También se les enseña a los hombres? ¿Qué debemos estar lista para ser rescatada por el príncipe azul? ¿De quién nos rescatan, no podemos respetarnos a nosotras mismas? ¿A cuántas no nos han repetido hasta el cansancio que el amor debe ser incondicional, que el amor lo aguanta todo, que si lo amas lo suficiente algún día se dará cuenta y va a cambiar? ¿A cuántas mujeres sus parejas las han privado de la vida?
Todos estos postulados ficticios, absurdos, engañosos, irracionales, y por esta naturaleza, imposibles de cumplir, son los que históricamente han constituido y construido el “amor romántico” y son considerados como mitos porque no encuentran un sustento en la realidad. No solamente son replicados por la familia, sino que se encuentran presente todo el tiempo en los programas de televisión, música, series, películas, en la literatura, en esculturas, pintura, y se encuentran presentes además en todos los espacios en donde socializamos como: la calle, la escuela, el trabajo, el culto, etc. ¿Existe algún espacio libre de amor romántico?
Tal como nos lo han vendido en estos productos culturales, pareciese entonces que con el amor romántico todos y todas ganamos, pero detrás de ese “vivieron felices por siempre”, desde sus postulados más profundos, el amor romántico refuerza los estereotipos y los roles de género asociados tanto a la feminidad y a la masculinidad, invisibilizando el sistema de opresiones y asimetrías entre los géneros dentro de las relaciones sexo afectivas, fungiendo en consecuencia como uno de los pilares del sistema patriarcal, replicando por ejemplo la labor de cuidados, amabilidad, sumisión y subordinación por el lado de las mujeres, y por otro lado, el papel de los hombres como sujetos racionales, autosuficientes, controladores y proveedores.
Escapar de estos mandatos no es fácil para las mujeres (ni para los hombres), el simple hecho de que opten por no seguir perpetuando la manera en la se les ha enseñado a amar desde la lógica patriarcal conlleva en muchos de los casos la violencia como mecanismo de coerción no solamente por parte del hombre que es su pareja sentimental quien la golpea, la insulta o la humilla para que no escape de su control, sino que también las mujeres enfrentan el rechazo social como castigo y la violencia ejercida y justificada en colectivo, para que mediante el terror continúan sometidas y les sea imposible materializar sus aspiraciones de autonomía personal y libertad de elección.
Las mujeres aman a costa de su estabilidad económica y emocional, de su libertad, de su cuerpo y en general a costa de todo su ser, el amor en algunos de los casos más atroces les llega a costar hasta la vida. Durante el año 2019 cuatro de cada diez mujeres víctimas de feminicidio en México fueron asesinadas por su pareja, de estos casos en el 60% se sabía que sufrían de violencia familiar. En los últimos 27 años, el 40% de la totalidad de feminicidios que se presentaron en el país ocurrieron en el hogar conyugal o de pareja (Becerra-Acosta 2019).
Los mitos y postulados que configuran el amor romántico no solamente generan y justifican la violencia que se ejerce en contra de las mujeres, sino que en atención a la complejidad en la que se presentan los actos hostiles, las construcciones del amor romántico también dificultan los procesos de denuncia por parte de las mujeres violentadas que muchas de las veces son renuentes a procesos de acompañamiento a causa temor a ser juzgadas por abandonar a sus agresores, esperanzadas a que pronto va a cambiar, o bien atrapadas por el temor a que la violencia escale, por dependencia económica, falta de redes de apoyo, depresión o la manipulación, entre otras variables que se van materializando a la par de la relación de pareja y que terminan por situar a las víctimas en una situación de total vulnerabilidad.
Para la prevención y atención de la violencia de género contra las mujeres en las relaciones de pareja hay que evitar a toda costa caer en las trampas del amor romántico, el amor no duele, no lo puede todo, también tiene límites y no es incondicional. Ponte a salvo: amar no nos quita la vida.
Lo personal es político.
Bibliografía
1. Becerra-Acosta, Juan Pablo (2019) Por la pareja y en casa, 40% de feminicidios, en https://www.milenio.com/policia/feminicidios-mexico-40-ciento-pareja-casa