- Ricardo Hipólito Alvarado
Con la reciente entrada en vigor de la Reforma Electoral impulsada por el presidente se ha generado un intenso debate respecto del estado de la democracia en México. Sin embargo, vale la pena preguntarse: ¿cómo se ha construido la democracia en nuestro país?
“En peligro INE y democracia”, “México: otra democracia en peligro”, “La democracia mexicana, que costó tanto trabajo, está en peligro”, “México, la democracia bajo asedio” ,“[E]l llamado “Plan B” del presidente López Obrador sería la reforma electoral más regresiva en la historia de la democracia mexicana.” Estos y muchos otros encabezados similares han aparecido en nuestro país durante los últimos meses debido a las reformas electorales impulsadas por López Obrador.
Este tipo de reformas son de gran relevancia ya que a través de ellas se establecen las reglas para poder acceder y ejercer el poder y, en el caso mexicano, este tipo de modificaciones a la ley permitieron dejar en el pasado al régimen priista que gobernó durante la mayor parte del siglo pasado. El régimen autoritario mexicano que estuvo presente durante el siglo XX puede caracterizarse por la existencia de instituciones democráticas que resultaron inoperantes en la práctica, así como por la existencia de un partido más fuerte que todos los demás y la concentración de poder político en el presidente que a su vez era el líder del partido (Tagle, 2012).
En este sentido, México contaba con un sistema electoral no competitivo de partido hegemónico liderado por el PRI. Este se caracterizó por no permitir una competencia por el poder y por permitir la existencia de otros partidos sin capacidad de competir para simular la legitimidad al régimen. Además, la alternancia por el poder no es posible bajo este sistema y ni siquiera se contempla la posibilidad de que pueda ocurrir (Sartori, 2005). Los fraudes electorales, la represión de los disidentes, así como procedimientos electorales amañados eran la regla con tal de que el PRI mantuviera su hegemonía.
Teniendo en cuenta lo anterior, el PRI dominó por siete décadas ininterrumpidas el sistema político mexicano. Los siguientes hechos lo demuestran: Primero, desde la creación del PRI hasta el año 2000 todos los presidentes formaron parte del partido y llegaron a ocupar la silla presidencial por el designio del presidente saliente. Segundo, hasta 1989 todos los gobernadores de las entidades federativas eran priistas. Tercero, el PRI controló con mayorías absolutas ambas cámaras del Congreso Federal hasta que perdió la mayoría en la Cámara Baja en 1997 y en el Senado hasta el 2000. Cuarto, en los congresos locales el dominio era casi absoluto, tan sólo en 1974, 97.8% de los escaños correspondía al PRI. Quinto, casi la totalidad de los municipios en México también estaban dominados, en 1988, sólo 39 de los más de 2400 municipios eran gobernados por la oposición (Nacif, 2007).
Ahora bien, un Estado democrático con un sistema electoral competitivo que permite la alternancia del poder produce consecuencias deseables, como lo son evitar un gobierno autócrata, garantizar a los ciudadanos el goce y ejercicio de sus derechos fundamentales y asegurar una mayor libertad, autonomía y autodeterminación personal (Dahl, 2022). Por lo tanto, es normal que en un país autoritario la ciudadanía busque transitar hacia la democracia.
La transición democrática en México ocurrió de forma lenta y pausada a lo largo de un periodo de tiempo que abarcó varias décadas y cuyo punto de inicio puede establecerse en la década de los setentas. A diferencia de otros países como Chile y España, cuyas democracias iniciaron con un episodio fundacional, México logró transitar a la democracia de forma gradual y paulatina. En este sentido, el cambio democrático mexicano logró articularse mediante una serie de reformas electorales que, desde 1977, cambiaron las reglas para acceder al poder. Dichas reformas pueden agruparse en generaciones que permiten entender de mejor manera este proceso (Astudillo, 2018).
La primera generación de reformas electorales tuvo como propósito la inclusión y la representación de la pluralidad política. Esta reforma electoral de 1977 fue muy importante porque produjo la constitucionalización de los partidos políticos, confiriéndoles ciertas prerrogativas, que les permitió contender contra el PRI, como lo fueron el financiamiento público y el acceso a radio y televisión durante campañas. De igual forma, se cambió la forma de integración de la Cámara de Diputados para que hubiera una mayor representatividad. Finalmente, se permitió que diversas fuerzas políticas pudieran registrarse para poder participar en los comicios (Córdova Vianello 2021).
La segunda generación tuvo como propósito edificar un sistema electoral confiable y creíble después de las cuestionadas elecciones presidenciales de 1988. La reforma político-electoral de 1990 trajo consigo la creación del Instituto Federal Electoral, como una institución con autonomía acotada encargada de organizar las elecciones, así como el Tribunal Federal Electoral encargado de revisar la legalidad de los actos de la autoridad (Córdova Vianello, 2021).
La tercera generación de reformas tuvo como objetivo generar las condiciones de equidad en la competencia político electoral. La Reforma Electoral de 1996 estableció el financiamiento tanto público como privado en favor de los partidos, mientras que la Reforma de 2007 buscó edificar un nuevo modelo de comunicación política para equilibrar el acceso de los partidos a la radio y televisión. Finalmente, la cuarta generación consolidó la nacionalización de la función electoral mediante una reforma que en 2014 dio origen al Instituto Nacional Electoral como un órgano de alcance nacional con competencia para coorganizar los comicios locales junto con la autoridades electorales de los estados (Córdova Vianello 2021).
Las constantes reformas electorales permitieron la victoria de Vicente Fox Quesada en el año 2000 y desde entonces ha habido una alternancia constante en los puestos de elección popular. Sin embargo, la democratización desde el año 2000 solo ha producido cambios en el ámbito de la política electoral, mientras que en muchos otros aspectos la situación del país ha empeorado. Debido a la importancia política que se le atribuía a la presidencia, la llegada de un candidato no priista a la silla presidencial se concebía como la solución a todos los problemas que afligían al país; sin embargo, la realidad terminó por demostrar lo erróneo de este pensamiento. La falta de solución a los problemas nacionales ha generado en la ciudadanía descontento y decepción con la democracia, el sistema de partidos y las autoridades encargadas de organizar las elecciones.
El desarrollo paulatino del sistema electoral mexicano ha permitido durante los últimos años la transmisión pacífica del poder tanto a nivel local como federal mediante el ejercicio del voto de los ciudadanos. Lo anterior enfatiza la importancia de las reglas y procedimientos electorales dentro de un país democrático como México, ya que como decía Ortega y Gasset en 1929: “La salud de las democracias, cualesquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario”.
Bibliografía
1. Astudillo, C. (2018). El derecho electoral en el federalismo mexicano, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. https://inehrm.gob.mx/recursos/Libros/DerechoElectoral.pdf
2. Córdova Vianello, L. (2021). El sentido y las rutas de las transición democrática en México. En Córdova Vianello, L y Núñez Albarrán, E. La democracia no se construyó en un día, Grijalbo.
3. Dahl, R. (2022) La democracia, Ediciones Culturales Paidós.
4. Garciadiego, J. (2022), Historia mínima de las elecciones en México, Instituto Nacional Electoral. https://www.ine.mx/wp-content/uploads/2022/02/deceyec-cm39.pdf
5. Hernández Rodríguez, R. (2016) Historia Mínima del PRI, El Colegio de México A.C. Edición de Kindle.
6. Nacif, B. (2007). Las instituciones políticas de los Estados Unidos Mexicanos, Nostra.
7. Ortega y Gasset (2010), La rebelión de las masas, La Guillotina. https://monoskop.org/images/f/f6/Ortega_y_Gasset_Jose_La_rebelion_de_las_masas.pdf
8. Sartori, G. (2005). Partidos y sistemas de partidos. Alianza Editorial.
9. Tagle Gómez, S. (2012). México 1977-2008: Una democracia fragmentada. En Tagle Gómez, S. y Sonnleitner, W. (Eds.), Mutaciones de la democracia: tres décadas de cambio político en América Latina (1980-2010). El Colegio de México, A.C.
10. Woldenberg, J. (2012). Historia mínima de la transición democrática en México. El Colegio de México A.C. Edición de Kindle.
11. Márquez, G y Meyer, L. (2010). Del autoritarismo agotado a la democracia frágil, 1985-2010. En Nueva historia general de México. El Colegio de México A.C.