- Ricardo Hipólito Alvarado
“[E]n el sistema PRI-presidente el que llegaba a sentarse en la Silla del Águila llegaba por decisión del que ya estaba sentado allí. El Tapado pasaba a ser el Ungido. ¡Un perverso efecto del sistema!”
Carlos Fuentes, La Silla del Águila
De cara a la sucesión presidencial del 2024, en nuestro país se comienza a hablar de destapes, corcholatas, dedazos y tapados. Estas palabras fueron la forma de caricaturizar el sistema político autoritario del que México hizo gala durante buena parte del siglo XX. Sin embargo, ¿de dónde vienen estas palabras?, ¿cómo es que forman parte de la cultura política de México?, y más importante aún, ¿qué significa su reaparición?
“Soy una corcholata reconocida por AMLO”, “No habrá tapados ni dedazos”, “Hay muchas mujeres y hombres para el relevo… Yo soy el destapador y mi corcholata favorita va a ser la del pueblo…”
Estas y muchas otras declaraciones han inundado al país durante los últimos meses. Tapado, dedazo, y destape, eran palabras utilizadas con frecuencia en el régimen autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI); sin embargo, hoy en día reaparecen para formar parte del argot de nuestro país.
La sucesión presidencial fue, es y seguirá siendo el momento más importante en la vida política de México. Cada seis años la nación se detiene y todos se preguntan “¿quién será el titular del ejecutivo federal?” En los últimos años, la decisión referente a quién se sienta en la silla presidencial ha recaído en los ciudadanos, quienes acuden a las urnas y mediante un procedimiento democrático deciden el futuro del país. Sin embargo, esto no siempre fue así. Durante la mayor parte del siglo XX, la decisión de quién se convertiría en presidente no era de la ciudadanía, sino del presidente saliente; los comicios eran algo carente de importancia, la decisión ya se había tomado tiempo atrás.
Esta forma de transmitir el poder cada seis años era posible debido al gran alcance nacional que tenía el PRI, la posesión de mucho poder jurídico y político por parte del presidente, la falta de otras opciones partidistas, la captura de las normas e instituciones electorales por parte del gobierno y el liderazgo que ejercía el ejecutivo federal sobre el PRI.
El destape era el acto por medio del cual el PRI anunciaba a la sociedad quién sería el candidato del partido y por ello, presidente de la república, mientras que el dedazo era el acto por el cual era señalado el afortunado sobre quien recaería el privilegio y la responsabilidad de conducir los destinos de México (Woldenberg, 2012). Finalmente, el tapado era aquel colaborador cercano del presidente que permanecía en el anonimato esperando a ser elegido (Woldenberg, 2015). Ahora bien, esta “facultad” del presidente saliente no siempre existió; de hecho, comenzó a operar con plena eficacia durante los años cincuenta. Aun así, parece ser que desde 1920 comenzó la costumbre de que el presidente buscara escoger a su sucesor (Goodspeed Steplien, 1955).
Durante la década de los veinte, el mecanismo sucesorio fue el de levantamientos armados, en los que el triunfador podía ir a elecciones y convertirse en el nuevo presidente (Woldenberg, 2015). En 1920, Venustiano Carranza buscó designar a Ignacio Bonillas y provocó una rebelión encabezada por Álvaro Obregón en la que Carranza terminó muerto. En 1924, Obregón, siendo ya presidente, quiso imponer a Plutarco Elías Calles y causó otra rebelión encabezada por Adolfo de la Huerta. Y en 1928, después de pasar por las armas a los otros candidatos presidenciales, Francisco Serrano y Arnulfo Gómez, Obregón logró reelegirse, sólo para terminar siendo asesinado después de las elecciones.
Tras la muerte de Obregón, Calles impulsó la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR). Esto fue positivo para nuestro país ya que el PNR acabó con la violencia recurrente (Garciadiego, 2022). Lo anterior, debido a que el partido se creó para instaurar un sistema civilizado para dirimir las luchas por el poder y evitar escisiones dentro de la facción revolucionaria (Cossío Villegas, 1972). Teniendo en cuenta lo anterior, se dejaron de lado los alzamientos armados cuatrienales, pero en las sucesiones de 1940, 1946 y 1952, la decisión del presidente provocó separaciones y disconformidad dentro del partido (Woldenberg, 2015).
Sería Adolfo Ruiz Cortines, presidente de 1952 a 1958, quien al destapar a Adolfo López Mateos, estableció definitivamente la facultad del ejecutivo de elegir a su sucesor, ya que finalmente la presidencia contaba con la autoridad y recursos para imponer disciplina y obediencia dentro del partido. El PRI simplemente se limitó a recibir y organizar la candidatura sin cuestionamientos a la decisión del presidente (Hernández Rodríguez, 2016). Respecto del destape de López Mateos, Gilberto Flores Muñoz, un presunto y fallido tapado, declaró lo siguiente: “En su tiempo no hubo más pontífice que él [Ruiz Cortines] ni más iglesia que la suya. Ofició a solas y resolvió a solas. En definitiva, nadie supo por qué fue el licenciado Adolfo López Mateos…” (Excélsior, 14 de mayo de 1975).
A partir de Ruiz Cortínez, nadie cuestionaría la autoridad presidencial, la elección del sucesor simplemente sería acatada y el designio del presidente saliente moldearía la vida nacional por los siguientes seis años. El sistema se mantendría así hasta la sucesión presidencial de 1988. El predominio de jóvenes tecnócratas durante el sexenio de Miguel de la Madrid, de 1982 a 1988, generó una reacción contraria dentro del PRI (Márquez y Meyer, 2010), lo cual provocó la creación de la “corriente democrática” dentro del partido, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Este movimiento pidió la apertura del proceso de sucesión presidencial (Hopkinson Smith, 2001).
El partido no hizo caso a las peticiones de la corriente democrática. Esto causó la salida de Cárdenas y Muñoz Ledo del PRI. Para la elección presidencial de 1988, Cárdenas fue el candidato del Frente Democrático Nacional y se enfrentó contra el candidato oficial, Carlos Salinas de Gortari, saliendo victorioso este último. A pesar del resultado electoral, el juego había cambiado, la autoridad del presidente para designar a su sucesor fue cuestionada como no se había hecho desde 1952.
El juego del tapado parece encontrar su final durante el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, debido al desarrollo de un sistema electoral más competitivo, la pérdida de legitimidad del PRI y la ruptura definitiva de Zedillo con el PRI. Zedillo no intentó imponer la victoria de su candidato “a como diera lugar”, y Vicente Fox Quesada, candidato del Partido Acción Nacional salió victorioso (Márquez y Meyer, 2010).
El tapadismo parece haber llegado a su fin con la sucesión del año 2000. Sin embargo, vale la pena preguntarse, ¿qué significa que hoy en día, desde el gobierno federal, se vuelva a hablar de dedazos, tapados, destapes y corcholatas? ¿Será que México añora volver a los tiempos del PRI? ¿O quizá significa que el presidente quiere que su palabra vuelva a ser aquella que rija el destino del país durante el próximo sexenio?
Bibliografía
1. Carpizo, J. (1978), El presidencialismo mexicano. (12 ed.). Siglo XXI.
2. Cosío Villegas, D. (1972). El sistema político mexicano, Joaquín Mortiz.
3. Excélsior. (14 de mayo de 1975) citado por Carpizo, J. (1978), El presidencialismo mexicano. (12 ed.). Siglo XXI.
4. Fuentes, C. (2021). La Silla del Águila. (3 ed.). Penguin Random House Grupo Editorial.
5. Garciadiego, J. (2022), Historia mínima de las elecciones en México, Instituto Nacional Electoral. https://www.ine.mx/wp-content/uploads/2022/02/deceyec-cm39.pdf
6. Goodspeed Steplien, S. (1955). El papel del jefe del ejecutivo en México. Problemas agrícolas e Industriales de México, Vol. VII citado por Carpizo, J. (1978), El presidencialismo mexicano. (12 ed.). Siglo XXI.
7. Hernández Rodríguez, R. (2016) Historia Mínima del PRI, El Colegio de México A.C. Edición de Kindle.
8. Hopkinson Smith, P. (2001). El Imperio del PRI (Trad. M. Chocano). En Historia de México. Crítica.
9. Krauze, E. (2014). La presidencia imperial – De Manuel Ávila Camacho a Carlos Salinas de Gortari. Tusquets México.
10. Márquez, G y Meyer, L. (2010). Del autoritarismo agotado a la democracia frágil, 1985-2010. En Nueva historia general de México. El Colegio de México A.C.
11. Woldenberg, J. (2012). Historia mínima de la transición democrática en México. El Colegio de México A.C. Edición de Kindle. (Woldenberg, 2012)
12. Woldenberg, J. (2015). El tapado. En E. Florescano (Coord.), Mitos Mexicanos. Penguin Random House Grupo Editorial México. Edición de Kindle
