- Felipe Del Orbe
Desde pequeño, las leyendas e historias, no solamente del país, de los pueblos, las ciudades, países extranjeros siempre me han llamado mucho la atención. Siempre he buscado aprender y conocer nuevas historias increíbles, y a veces trágicas, de amor, horror, amistad o traición que involucran personas, dioses o criaturas fantásticas sin saber el porqué de este interés.
Hace unos días, hablando con un amigo, dijo algo que resonó conmigo y podría ser una de las razones por las que las leyendas me atraen tanto. Él mencionó que todas las mitologías creadas por el hombre nos pueden decir muchísimo sobre la percepción de los roles de género, feminidad, clases sociales y muchas otras cosas, según el momento en el fueron concebidas. Pese a que para él fue un mero comentario, para mí fue la reflexión más grande que había escuchado en un largo tiempo.
Su comentario quedó en mi mente por un largo tiempo y no dejaba de confirmar lo que había dicho: “Claro, la mitología azteca estaba llena de historias sobre cómo guerreros desafiaban a los dioses y cómo a veces resultaban victoriosos y a veces no. Una representación sobre cómo el ser humano, principalmente los hombres, se sobreponían a las adversidades de la naturaleza y gracias a estas victorias, obtenían como recompensa cultivos o herramientas de mucha utilidad.”
Sólo pensaba en historias de culturas prehispánicas que podían ser un reflejo de las ideologías y cultura de tanto tiempo atrás, por lo que surgió en mí la duda:
¿Cuál es la leyenda más cercana a nuestro presente? Y ¿Qué nos dirá ella de la sociedad en la que fue creada?
La respuesta que más rápido vino a mi mente fue la leyenda de la Llorona y para poder analizar lo anterior, necesitaba conocer precisamente lo que contaba.
Resulta que la leyenda puede no ser tan nueva como creía. De acuerdo con Arcocha (2012) las raíces de la historia pueden encontrarse desde los tiempos del imperio mexica, pues ellos creían que el fin del imperio sería anunciado a través de doce avisos, entre los cuales se encontraban que la Diosa Cihuacóatl anunciara la llegada de los conquistadores con un aterrador sollozo a lo largo de los caminos del imperio, llorando por la muerte de sus hijosa manos de los conquistadores. Más adelante, esta versión sería transformada y manipulada con la llegada de los españoles, a partir de sus creencias cristianas y nacionalistas, hasta convertirse en la historia que fue contada de boca en boca y popularizada.
Debido a que la leyenda fue pasada de manera oral, múltiples elementos fueron introducidos a la historia e innumerables variantes fueron surgiendo. Gracias a un estudio realizado por Horcasitas y Butherworth (1963) pudo obtenerse un arquetipo de la historia. Esto se consiguió al analizar más de cien variantes de la leyenda, eliminar elementos específicos y quedarse con aquellos que compartían entre sí. El resultado fue el siguiente:
La Llorona era una mujer de ascendencia indígena mexicana que un día se enamoró de un joven de una clase social mayor a la suya. Después de frecuentarse, concibieron un hijo y a este le siguió otro. Por alguna razón, el joven la abandonó y ella perdió la razón, ocasionando que en su locura ahogara a sus hijos en un río y, más adelante, a ella misma. Debido a lo anterior fue castigada y condenada a que su espíritu vagara por cuerpos de agua o las calles, lamentándose por la muerte de sus hijos y sollozando la icónica frase “¡Aaaaaaaaay mis hiiiiijoooooos!”
La leyenda de La Llorona nos puede dar múltiples datos que ayudan a construir una imagen social y cultural de la época entre la conquista y el virreinato. Nos puede indicar la percepción del amorío durante esos años y los privilegios con los cuales gozaban los hombres en ese entonces, poder tener una esposa y familia y abandonarlos de un día al otro sin alguna duda; puede funcionar como una advertencia para las mujeres sobre elegir bien a su pareja; puede ser una representación sobre las dificultades de ser una madre soltera; puede ser una crítica hacía la sexualidad femenina o, mi interpretación favorita, una simbología sobre la gran cicatriz y profundo dolor que dejó en los indígenas y sus descendientes la conquista española.
Al final, la historia de la Llorona puede tener una enorme variedad de significados y, como todas las historias, cada persona es libre de darle la interpretación que quiera.
Bibliografía
- Arcocha, R. M. S. (2023). La Llorona: mito, genero y control social en Mexico: Accesit XX Premio Victoria Kent (Atenea). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Malaga.
- Horcasitas, F., & Butterworth, D. (1963). La Llorona. Tlalocan, 4(3), 204-224.