José Felipe Del Orbe Jr Valdés
Con el paso del tiempo, es normal que las cosas vayan cambiando, siendo optimizadas, es natural en el ser humano buscar mejorar las cosas por su comodidad, pero alguna vez te has puesto a pensar en ¿qué tanto ha cambiado la manera de viajar, recreativamente, con el paso del tiempo? ¿Las nuevas tecnologías la habrán afectado de manera drástica? ¿Actualmente será mejor o peor?
“Nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar”- Emile Zola, “Se tiene que viajar para aprender” (Mark Twain, 1869), “Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”- Henry Miller, estas son solo algunas frases que ilustran la importancia de viajar y es que no importa si el destino al que se llega será internacional, nacional o estatal, el simple hecho de salir de la rutina y conocer nuevos paisajes resulta beneficioso para nosotros pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo era viajar sin tener un celular a la mano? Sin ir tan lejos, ¿cómo era viajar antes de que se creara la internet y revolucionará nuestras vidas por completo?
Antes de los teléfonos inteligentes o el internet, viajar resultaba una actividad mucho más desafiante. Empezando con la manera en la que solían transportarse de un lugar a otro. Si el plan era tomar un vuelo o un camión, no existía la facilidad de entrar a internet para consultar los horarios de salida del transporte y comprar el boleto en tan solo unos minutos. Se tenía que acudir a la estación de autobuses o a las oficinas de la aerolínea para comprar el boleto que se llenaba a mano, al igual que si era pagado con tarjeta cuyo comprobante también era escrito con bolígrafo después de haber sido planchado en el artefacto personalizado para cada establecimiento, era todo un proceso en el que se involucraba el pasajero, el agente de viaje y el banco que telefónicamente autorizaba el cobro del boleto, por lo que la compra de un pasaje requería de unos treinta minutos si todo era procesado eficientemente.
Una vez que el medio de transporte había sido asegurado, algunas personas decidían ir al lugar sin un plan u horario, directo a la aventura. Mientras que otrxs optaban por investigar el lugar a donde irían con anticipación y eso era solo posible por medio de libros, revistas, mapas o incluso preguntándole a otras personas que conocían el destino. Dicha tarea tomaba, por lo menos, un par de horas. Cabe mencionar que lo anterior sucedía siempre y cuando el viaje fuera planeado por unx mismx. Si se acudía a una agencia de viajes el proceso se facilitaba a cambio de una remuneración económica.
Programado el viaje sin ayuda de un experto, había que buscar el hospedaje, generalmente, en la Sección Amarilla o preguntando a alguien que ya hubiera ido al mismo destino. Realizar una reservación telefónicamente y, cuando no era posible, dirigirse sin reservación rogando encontrar alojamiento. Si el viaje era dentro del país o en algún lugar donde hablaban el mismo idioma, no era una tarea tan difícil. Pero si en el destino hablaban un idioma desconocido o no contabas con intérprete, la situación se complicaba demasiado, ya que no existía un traductor tan conveniente y fácil de usar como el que tenemos hoy en día. Darse a entender por medio de señas o de un diccionario español-extranjero, frecuentemente, ocasionaba confusiones. Lo mismo sucedía si se trataba de atractivos turísticos imperdibles, de esos que quizá la Guía Roji no señalaba y que lxs nativxs del lugar, hablando su idioma, a veces nos remitían por contener tanto valor cultural, natural o ambos. Sin perder de vista que los mejores lugares para comer son aquellos que los residentes nos recomiendan y que nunca estaban establecidos en las guías que se compraban en la tiendas de souvenirs Qué diferente a lo que, actualmente, podemos desplegar en un minuto y conocer las opiniones y comentarios de todos los comensales que califican una variedad muy amplia de establecimientos, encontrando en segundos afinidades con las experiencias que describen y que nos permiten ir casi a la segura al destino que más nos agrade.
El internet y los teléfonos inteligentes llegaron a cambiar el juego en muchos ámbitos, y los viajes, de manera recreativa, no quedaron afuera. Para empezar, gracias a ellos, el revisar, elegir y comprar un boleto para cualquier medio de transporte se convirtió en algo que se puede hacer en segundos desde la comodidad del asiento, al igual que buscar los sitios más recomendados para visitar y los mejores lugares en donde comer. Perderse en la ciudad se volvió algo del pasado, pues ahora existe la posibilidad de revisar un mapa y ubicarse en segundos, y en el caso de no hablar la lengua del lugar, ahora podemos traducir conversaciones en tiempo real. El transporte en la zona dejó de ser un dolor de cabeza gracias a servicios como Uber, Didi o Lyft.
A pesar de lo expuesto, no todo son flores y colores. Si, estas increíbles herramientas convirtieron el viajar en algo mucho más sencillo, pero con estas ganancias también hemos tenido pérdidas. Actualmente, al viajar estamos comunicados en todo momento y a cualquier hora no solo con el lugar que dejamos, sino con todo el mundo. Hoy en día, es muy difícil llegar al destino y enfocarnos completamente en conocerlo y empaparnos en la cultura, las tradiciones, las personas, la comida, los paisajes, los lugares, en la experiencia que es saborear un lugar desconocido sin tener en el bolsillo esta tableta a la cual le llegan constantes notificaciones, mensajes y con acceso a redes sociales que, muchas veces puede ser un distractor y nos rapta por momentos, haciendo que olvidemos que la conexión siempre estará ahí, pero esta experiencia es pasajera y en un abrir y cerrar de ojos podemos perderla.
Esta columna no pretende que tú, lector, elijas un bando y pienses que las épocas pasadas eran mejores que el presente o viceversa. Tampoco convencerte de que los celulares han traído más o menos ventajas. Lo importante, es que encontremos un balance en el uso de la tecnología.
Identificar las circunstancias en que conviene hacer uso de ella y olvidarse de que existe para cuestiones en las que los sentidos deben interactuar con el gozo de vivir la experiencia. Sin ataduras ni conexiones que distraigan nuestros más delicados momentos. Si por leer los whats dejamos de ver el paisaje, si por responder una llamada, olvidamos admirar lo bello del recorrido, si por contestar un correo obstaculizamos la degustación de un platillo típico y dejamos de entrar en contacto con el mesero, que, a veces se convierte en un experto guía de turistas, entonces ahí, la tecnología es un impedimento para desarrollarnos como un turista.
Bibliografìa
A. (2020a, abril 20). Las 50 frases de viaje más inspiradoras. EF Blog Mexico. https://www.ef.com.mx/blog/language/las-50-citas-viajes-mas-inspiradoras/