- Sofía García
Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita,
nos da una sed más honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar…
José Ángel Buesa
Abstract: La sociedad mexicana es una de las muchas sociedades que encuentra en el olvido un refugio a los acontecimientos que la atormentan. El olvido es el denominador común de una sociedad que demanda bienestar, pero que no se da cuenta que la solución solo puede encontrarse y ser explicada a través de los eventos del pasado, es decir, en la memoria.
El olvido es definido como la capacidad y el resultado de borrar de la mente lo que se ha inscrito en ella en la experiencia (Soberjano, 1985). Pero, ¿qué poder nos da el olvido y por qué tenemos esta necesidad de olvidar?
El poder del olvido se resume en la irrelevancia del pasado con respecto al presente, borrando mágicamente toda clase de hechos. Es un intento de silenciar, en el que no se busca transmitir ni relatar, solo continuar, de ahí la necesidad (Waldman, 2006). El olvido es la negligencia a la realidades vividas, pero negadas; la indiferencia hacia las terribles vivencias que nos rodean día a día; la muerte de luchas y personas (Soberjano, 1985). Es el culpable de la distracción de la verdad parcial.
El olvido se da a través de las experiencias límites de la sociedad, pues, en algunos casos, es “descanso”, “paz”, o, incluso, ”seguridad” después de la incertidumbre (Olivera, 2019). Sin embargo, el olvidar el pasado es negar la existencia de él y, a su vez, reprimir la conciencia de la realidad común.
En la época moderna se privilegia el desprendimiento del pasado con el fin de obtener un progreso. Prueba de ello, el claro sesgo a favor de las sociedades con respecto a gobiernos “progresistas”, cuyo significado de progreso se resume en olvidar –en su mayoría hechos poco favorables– para vender un futuro esperanzador. En pocas palabras, en la modernidad se vive en una “sociedad del olvido”, dónde el pasado tiene poca relevancia y solo se ve al futuro, es decir, se vive en el dichoso “pasado pisado”.
En México, ¿cómo se traduce el olvido? En el pueblo mexicano el olvido se explica a través de la complicidad con la indiferencia y la no conciencia en la realidad de los hechos. Piensa, 977 casos de feminicidio en el año 2021 (CNN, 2022), la matanza de estudiantes en el ‘68, los 43 desaparecidos en el 2014, el consumismo excesivo durante la pandemia, y eso sin mencionar las cifras en decesos por irresponsabilidades en la época más contagiosa de dicho fenómeno. Ahora dime, si alguien no le recuerda al “pueblo” estos hechos, ¿cuántos mexicanxs los han olvidado? Existe una incongruencia en la forma de pedir de lxs mexicanxs, pues, por ejemplo, aunque “el 2 de octubre no se olvida”, al mismo tiempo, se va perdiendo entre generaciones.
Vivimos en la comodidad del olvido, en dónde la premisa fundamental es “ojos que no ven, corazón que no siente”. Así pues, el olvido se manifiesta en la impunidad, en la crítica negativa a los movimientos sociales. Por ejemplo, el típico “pinches feministas”, o el “pues es normal” a la desensibilización de la violencia que se desencadena en el pensamiento característico de “mientras a mí no me pase nada, no pasa nada”. Lxs mexicanxs olvidan, pero quieren soluciones que sólo pueden explicarse recordando el pasado.
Recordar es contrario a olvidar, y la memoria es la expresión del recuerdo. Por lo tanto, la memoria es ese pasado que olvidamos y que explica parte de nuestras soluciones de cara al presente y futuro. En situaciones como las nuestras, en las que exigimos seguridad social, igualdad, equidad, e incluso estabilidad de los precios, la memoria tiene un rol fundamental. Según Taboada (2019), la memoria sirve en la construcción de la justicia, puesto que nos coloca en una dimensión del espacio tiempo donde cada sujeto es un eslabón que transmite el daño y el legado traumático, haciendo así un espíritu de lucha basado en el recuerdo.
La memoria debe de ser utilizada como un aprendizaje en el que se pueda mostrar a las víctimas desde sus demandas, sin estar presentes o visibles (Jave, 2019). Es decir, es ese instrumento en el tiempo que nos ayudará a entender por qué queremos lo que queremos. El poder de la memoria es recordarnos un pasado doloroso con el fin de evitar la repetición de su historia, puesto que permite lidiar con el pasado, asumirlo e incorporarlo a lo que define a la sociedad, incidiendo así en la forma en la que se ve el futuro (Varela, 2015).
Según De Gamboa y Herrera Romero (2019), la importancia fundamental de la memoria está en ver qué se recuerda y la manera en la que se construye ese recuerdo, pues las narraciones pasadas deben de despertar sentimientos morales en la sociedad. Estos sentimientos son el resentimiento y la indignación, ya que, ambos, cuando son genuinos, invitan a la acción a fin de proteger al ofendido y repudiar al ofensor, llegando así a la búsqueda de justicia.
La memoria es una forma de resistencia que busca la construcción justa del pasado, incorporando así a todxs sus protagonistas (Becerra Mora, 2015), por ejemplo, en el “Ni una más, ni una menos”, que conmemora a la víctimas de feminicidio para mandar un mensaje de reconstrucción de prácticas sociales con respecto a la seguridad social, o el “¡Viva México!”, que, además de conmemorar el movimiento que dió soberanía al nuevo país, manda un mensaje de reconstrucción social para el bienestar de la sociedad mexicana. Es así como la memoria tiene un valor de reivindicación social, en dónde se generan vínculos entre la historia y la memoria, encaminado a combatir el exceso de olvido, inscribiendo así una nueva historia (Becerra Mora, 2015).
El olvido y la memoria juegan un frágil equilibrio de fuerzas ligadas a los cambiantes sentidos e interpretaciones del pasado que responden a interrogantes del presente y a proyecciones del futuro (Waldman, 2006). Por una parte, el olvido es el proceso que ve al presente como una hoja en blanco, que, aún sin contenido, es una verdad absoluta incuestionable. Por otra parte, la memoria es el proceso abierto de interpretación del pasado con el fin de reescribir nuevas hipótesis para demostrar con ellas nuevas ideas, permitiendo así que no exista una sola verdad (Waldman, 2006).
En conclusión, tenemos que entender que al final del día, lo que nos mantiene vivxs son los recuerdos. Tenemos que dejar de ser una “sociedad del olvido”, puesto que así no podremos llegar a ser una sociedad crítica y reflexiva que exige justicia, y viviremos en una realidad paralela en dónde la verdad absoluta es una falsa felicidad. Mientras ese pensamiento no radique en nosotrxs lxs mexicanxs, seguiremos siendo residentes en la “tierra del olvido”.
Bibliografía
1. Buesa, J. A. (s.f) Poema del olvido. De Poemas del Alma. https://www.poemas-del-alma.com/jose-angel-buesa-poema-del-olvido.htm
2. CNN Español. (2022) Las cifras de feminicidio en México muestran el alcance de una violencia que no se detiene. CNN. https://cnnespanol.cnn.com/2022/04/27/feminicidio-mexico-cifras-orix/
3. De Gamboa, C. & Herrera Romero, W. (2019).¿Cómo representar el sufrimiento en conflictos violentos para evitar su repetición?. Experiencias sobre justicia, verdad y memoria frente a crímenes de Estado (pp. 127-154). Comité para la Promoción de los Derechos Humanos CMDPDH México.
4. Jave, I. (2019). Perú: tensiones y avances en la construcción de memoria. Experiencias sobre justicia, verdad y memoria frente a crímenes de Estado (pp. 115-126). Comité para la Promoción de los Derechos Humanos CMDPDH México.
5. Mora, J. C. B. (2015). Historia y memoria: una discusión historiográfica. Pensar Historia, (5).
6. Olivera, R. (2019). Experiencias del sur global sobre justicia, verdad y memoria frente a crímenes de estado. Procesos de procuración de justicia. Experiencias sobre justicia, verdad y memoria frente a crímenes de Estado (pp. 43-56). Comité para la Promoción de los Derechos Humanos CMDPDH México.
7. Sobejano, G. (1985). Aspectos del olvido en la poesía de Quevedo. Homenaje a José Manuel Blecua, Madrid, Gredos, 635-641
8. Taboada, A. S. (2019). Impactos psicosociales ante crímenes de estado. Experiencias sobre justicia, verdad y memoria frente a crímenes de Estado (pp. 105-114). Comité para la Promoción de los Derechos Humanos CMDPDH México.
9. Varela, H. (2015). Memoria histórica y olvido: ¿Por qué en la política mexicana no se aprende del pasado? La Casa del Tiempo, (2). 69-72.
10. Waldman, M. (2006). La” cultura de la memoria”: problemas y reflexiones. Política y cultura, (26), 11-34.