- Ricardo Díaz
El vox populi vox Dei es, queridxs amigxs, lo que está en boga en estas épocas tan cambiantes y desordenadas en un México cada vez más complejo. Esta bandera de la voluntad popular como conductor del accionar gubernamental ha sido fundamental para el éxito de la administración de Andrés Manuel López Obrador. Así es, respetable lectorx: en un país en el que el clamor popular por seguridad, garantías individuales, servicios dignos y terminar con la pobreza nunca ha sido escuchado, el discurso de que el pueblo manda es hoy el eje conductor del gobierno.
El diez de abril se acerca, y esto significa la llegada a nuestro país del ejercicio de democracia participativa favorito del mundo: el plebiscito, en forma de la controvertida revocación de mandato. En unos cuantos días, México saldrá de la reducida lista de países latinoamericanos que no habían utilizado la figura de la consulta ciudadana –ahora integrada solamente por República Dominicana, Nicaragua y Honduras (Milenio Digital, 2021) –, para unirse a la larga lista de países hermanos que han atendido el vox populi. No obstante, y aunque reconozco la voluntad del presidente López Obrador de someterse a escrutinio público a mitad de sexenio, no parece existir en la memoria de este autor un llamado del pueblo mexicano para que esto sucediera. Si bien nos hemos enfrentado, apreciables lectorxs, a una plétora de malos gobernantes que imaginamos retirar del púlpito con unas (varias) pataditas, nos hemos quedado conformes con la idea de que “en unos años se va” a raíz del histórico tabú de la reelección. Ante esta premisa y la aparente necedad del presidente y su movimiento de tener sí o sí la revocación de mandato –aunque del pueblo no haya salido la petición– me inundaron una serie de dudas a muy pocos días de ese esperado domingo.
Hace unos días, el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, respondió al teléfono para contestar preguntas de Enrique Hernández Alcázar en el programa radiofónico El Weso. Fue durante esta amena conversación alrededor de las 7 de la tarde, que Córdova Vianello platicó la siguiente anécdota:
“En noviembre pasado [2021] coincidí en la Feria del Libro de Guadalajara con el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero [2000-2012]. Cuando estábamos platicando y me preguntaba muy interesado sobre este ejercicio de revocación de mandato ‘Oiga, ¿es cierto que la oposición no quiere el revocatorio?’ Yo le decía ‘Pues sí, es lo que se reconoce públicamente, así es’. ‘¿Y es cierto que el presidente quiere el revocatorio?’ ‘Lo que se ha dicho públicamente, así es’. Él me preguntaba entonces ‘Oiga y, ¿no es muy extraño eso?’ […] En teoría, la revocación de mandato es un ejercicio que se construye – así está pensado en el mundo – […] y así lo dice la constitución […] artículo 3ero transitorio, eso lo legisló la mayoría que hoy nos gobierna, es un ejercicio que piden las y los ciudadanos que no están conformes con el desempeño del presidente. Eso es lo que dice la constitución. Lo que está pasando en los hechos es otra historia” (El Weso, 2022).
De acuerdo con el propio Córdova y el mismo INE, en el momento en el que se envió la solicitud de revocación de mandato por parte de la ciudadanía, un elevado número de firmas fueron irregulares, varias de ellas de personas fallecidas o de credenciales de elector dobles –aquellas que se extraviaron o se reportaron como robadas y sus dueños ya habían sacado un repuesto–. A pesar de ello, el número de firmas seguía siendo lo suficientemente elevado como para que el organismo autorizara la realización de la consulta ciudadana. ¿Realmente fue “la gente” la que pidió la revocación? ¿Cuántas personas realmente firmaron para solicitarla? Estas dudas quedan para otro momento, porque la revocación de mandato es un hecho. Sin embargo, amables amigxs, retomo la anécdota del consejero presidente para hablar sobre la atinada pregunta del señor Rodríguez Zapatero. ¿No es extraño que quienes quieren fuera al presidente no quieren la revocación y quienes sí lo quieren desean sacar provecho del mencionado ejercicio?
A colación de lo anterior, traigo a su atención lo dicho por Enrique de la Madrid, ex Secretario de Comunicaciones y Transportes, en una entrevista para El Financiero: “La revocación es imposible e inútil. Si no participa el 40% [del Padrón Electoral] no hay revocación y se queda [el presidente]. Vamos a suponer que el 40% de los electores votamos y la mayoría vota que sí se queda, pues se queda. O vamos el 40% del padrón a votar y dice la mayoría que se vaya… Se queda, porque Morena y sus aliados tienen la capacidad de nombrar al presidente sustituto. En los tres casos, se queda” (La entrevista con Ortega, 2022). Si bien De la Madrid no tiene en su currículum haber formado parte de un gobierno especialmente honesto y sus palabras podrán ser tomadas en serio o no por ustedes, queridxs lectorxs, definitivamente tiene un punto. En ese sentido, ¿la revocación de mandato sirve de algo? ¿Para quién es útil?
Para este autor, las dos preguntas planteadas anteriormente representan una duda legítima de si participar o no de este novedoso ejercicio democrático que por tantos años muchxs exigieron a gobiernos anteriores. Desde aquel día que escuché a Lorenzo Córdova plantear esta particularidad sobre la oposición y el partido en el gobierno, no he logrado sacar de mi cabeza lo extraño que resulta que quien desea sacar al presidente del poder desacredite el ejercicio y quien desea que se quede lo promueva incansablemente. Y encima de todo, e independientemente de su clara inclinación política, De la Madrid también planteó una duda genuina al interior de mi cerebro: en cualquiera de los escenarios que se pueden dar, el presidente y su movimiento salen ganando. Sin embargo, ¿en qué escenario está la ventaja mayor? ¿El que el ejercicio no sea vinculante, que el presidente se quede, o que el movimiento escoja al sustituto más a modo?
Que el ejercicio de revocación de mandato es novedoso, atractivo y democrático no queda ninguna duda. Sin embargo, es más que evidente que la intensa campaña del gobierno alrededor de esta consulta nos genera aún demasiadas dudas. Podrán ustedes, respetables amigxs, compartir las dudas de este autor, reflexionar sobre ellas y añadir en el futuro a esta pequeña reflexión. Podrán tener nuevas y justificadas preguntas que no han pasado por este cerebro que comparte aquí sus pensamientos y construir para seguir cuestionando los claroscuros que rodean a la revocación de mandato. Al final, la democracia participativa no es obligatoria, y en su belleza –o uno de sus tantos defectos– está la multiplicidad de voces alrededor de lo que podemos o deseamos hacer como ciudadanía… Pero esa reflexión la compartiremos en otro momento, amablxs lectorxs. En lo que respecta a la revocación de mandato, decidan ustedes, con base en información, lectura, pensamiento crítico y, sobre todo, su propia voluntad, si participan o no. Nos encontraremos en el futuro para discernir las consecuencias de la consulta revocatoria y si, finalmente, desde la cúpula del poder nacional el vox populi vox Dei se hace efectivo.
Bibliografía
1. El Weso (2022). ““Es una falsedad que el INE no esté promocionando la consulta o que esté poniendo las casillas ocultos. Quieren manchar al INE”: Lorenzo Córdova”. Recuperado el 7 de abril de 2022 de https://play.wradio.com.mx/audio/111RD380000000122885/
2. La entrevista con Ortega (2022). “La revocación de mandato es imposible e inútil: Enrique de la Madrid”. El Financiero Bloomberg. Recuperado el 7 de abril de 2022 de https://www.youtube.com/watch?v=MEDNTMiZEtI
3. Milenio Digital (2021). “Revocación de mandato y agua potable: las consultas populares en América Latina”. Milenio Diario. Recuperado el 7 de abril de 2022 de https://www.milenio.com/politica/consultas-populares-en-america-latina-las-mas-importantes