- Alejandro Guadarrama
- Carolina Suárez
- Esmeralda Chávez
Comenzaron las clases y con ello un destello para lxs estudiantes; aquellas clases por Zoom, Teams y demás plataformas comenzaron a impartirse una vez por semana o, en su caso, se convirtieron totalmente presenciales. Pareciera que fue ayer cuando nos despedimos en marzo del 2020, sin saber lo que estaba por venir. Hoy nos reencontramos con aquellxs compañerxs y con aquellos pasillos por los que caminábamos estresados, felices, pero sobre todo compartiendo desde una mirada hasta un cálido abrazo con lxs demás a nuestro alrededor. Hoy se puede ver una pequeña luz al final del túnel que ha representado la pandemia, misma en la que pudimos reflexionar, crecer o, en muchos casos, deprimirnos.
Durante todo este tiempo, se nos ha hablado de una “nueva normalidad” esa nueva normalidad es, la realidad que estamos viviendo, la que hemos construído a la marcha, a la que nos hemos tenido que adaptar y la que a muchas generaciones nos ha tocado vivir simultáneamente. Cada persona desde su trinchera y desde su punto de vista. Lo cierto es que esta realidad llegó para quedarse y como lo dijo Darwin adaptarse, el ser humano al ser, un ser vivo se debe adaptar. Como sociedad, nos vimos obligados a rediseñar nuestra manera de existir; fue un cambio tan súbito que ni siquiera tuvimos tiempo de parar y vivir conscientemente el duelo que significó dejar atrás todo lo que conocíamos. Inmersos en la incertidumbre, el miedo, el coraje y la desesperanza, tuvimos que salir adelante. Muchas personas hoy ya no están aquí para acompañarnos, sin embargo, la resiliencia con la que caminamos todo este tiempo, marcará la historia y debemos sentirnos orgullosxs de eso.
Anteriormente mencionamos que no tuvimos la oportunidad de vivir el duelo de manera consciente, sin embargo, todxs de distintas maneras lo hemos enfrentado. Primero vino la negación, el tiempo en el que creíamos que “el bicho ese” no era tan grave y que todo volvería a lo que era en una o dos semanas y que todo esto eran unas extrañas vacaciones. Después, nos invadió la ira, llenándonos de impotencia y frustración. A esto le siguió la negociación, en la que comenzamos a buscar opciones que nos permitieran continuar con nuestra “vida normal” , se abrieron restaurantes, se reanudaron viajes y planes, sin embargo, nos volvimos a dar cuenta de que ya nada era como antes. Llegó la depresión, ese momento en el que nos sentimos hundidxs, en el que ya nada tenía sentido y el sentimiento de hartazgo e indiferencia se apoderó de nosotrxs. Finalmente logramos llegar a la aceptación (o estamos en proceso de lograrlo) hemos podido aceptar que lo que fue, no volverá a ser y a partir de eso nos hemos sentido cada vez más en paz con nuestra “nueva realidad” Hemos comprendido que, el mundo (al igual que el tiempo) avanza y no se detiene. Hoy no es una nueva normalidad; sino que es la normalidad que nos ha tocado vivir… es la realidad en la nos hemos visto sumergidos. Por supuesto que ningún duelo es lineal, es por eso que hoy más que nunca debemos mirar al otrx con empatía, sabiendo que su duelo no es el mismo que el nuestro y que, así como nosotrxs, esa persona está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene.
Realidad o sueño, muchos llegamos a soñar con el regreso de nuestras vidas antes de la pandemia, pero déjanos preguntarte, ¿cómo te ha cambiado la pandemia?, ¿te sientes renovado?, ¿sientes que creciste?, ¿te conociste a ti mismo?, estas preguntas, las mencionamos por que, una nueva normalidad forma parte del cambio y comienza en nosotrxs.
Con el regreso a las aulas, nuevamente nos hemos tenido que adaptar. En un inicio las contradicciones de la Universidad nos dejaban paradxs una vez más en terrenos inciertos. Pareciera que las primeras semanas fueron eternas, pero ya vamos a la mitad del semestre, exámenes de primer parcial, entregas y demás han comenzado y han finalizado con las primeras evaluaciones; otro claro ejemplo de que el tiempo avanza y no nos espera, vuela a tal velocidad que nos arrastra a terminar donde hoy estamos.
Imaginemos que la pandemia nunca sucedió, ¿ te ves dónde estás?, todo esto es un cambio que repercutirá durante toda nuestra vida. Imagina contándole esto a las nuevas generaciones, ellxs también vivirán una nueva normalidad y tendrán que adaptarse a ella. Quizá este cambio no sea precisamente producto de una pandemia, a lo mejor puede ser gracias a la tecnología o en un escenario catastrófico como una sequía, pero, sea cual sea el caso, lograremos volver a crear una nueva normalidad, ahora con más conocimientos que antes. Hoy todos vivimos una nueva normalidad, pero no de manera general para todxs; sino a contrario sensu, una para cada ser humano, una realidad personalísima, individual, pero siempre con tintes colectivos.