- Gabriel de J. Selvas Villafuerte
El neoliberalismo se estableció en México desde la década de 1980 y durante muchos sexenios ha fungido como cimiento para fundamentar las decisiones impulsadas por el poder político en materia económica. Con la llegada de López Obrador al poder, el oficialismo intentó emplear una retórica anti-neoliberal para legitimar su movimiento, sin embargo, a través de sus políticas públicas podemos ver que el neoliberalismo, aunque minimizado, aún es el sistema político-económico vigente en México.
El neoliberalismo es un modelo económico y político que se desarrolló a mediados del siglo XX, partiendo del pensamiento de varios economistas que cuestionaban las ideas predominantes del intervencionismo estatal en la economía. Sus principios buscan potencializar el desarrollo del capitalismo a través del aprovechamiento de la globalización económica, la reducción de la intervención del Estado, el favorecimiento a la propiedad privada y la consolidación del libre mercado.
En ese sentido, es a través de esta corriente que se busca privilegiar la privatización de empresas estatales y fomentar la inversión privada por medio de la reducción del gasto público, la desregulación financiera y la eliminación de restricciones en el mercado. La importancia del libre mercado es fundamental en la filosofía neoliberal, toda vez que los neoliberales creen en la eficacia del mercado como mecanismo de asignación de recursos y como motor del crecimiento económico.
Es decir, para el neoliberalismo tiene que haber mucho mercado y poco Estado, pues si se permite que el sector privado sea el generador de la riqueza, sin que los gobiernos intervengan en exceso, esa riqueza se irá distribuyendo poco a poco a todo el conjunto de individuos de la sociedad.
Fue en la década de 1980 que estas ideas comenzaron a ser implementadas en políticas económicas concretas en varios países. Los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido son conocidos por haber aplicado los principios neoliberales a gran escala durante sus mandatos.
Derivado de la implementación de estas políticas en las agendas de los Estados, hoy en día podemos observar que efectivamente han sido de cierta utilidad para estimular el crecimiento económico de algunos países. Al permitir que las fuerzas del mercado operen con mayor libertad, el neoliberalismo ha servido para fomentar la inversión, un mayor flujo de capitales y la innovación. Además, la apertura de los mercados internacionales ha generado oportunidades de comercio y crecimiento económico a nivel global, beneficiando a quienes participan en ellos.
Sin embargo, el neoliberalismo también ha sido objeto de una gran cantidad de críticas y resultados negativos. La reducción de la intervención estatal y la promoción del libre mercado a menudo han resultado en una distribución desigual de la riqueza, con beneficios concentrados en sectores específicos y en individuos de altos ingresos, produciendo un descuido en las necesidades de los grupos más vulnerados de la sociedad. Sin mencionar que las políticas neoliberales, en la mayoría de las ocasiones, han sido la causa directa de crisis financieras de efectos globales.
Muchos de sus opositores afirman que la apertura de los mercados internacionales y la globalización asociada con el neoliberalismo han generado una pérdida de soberanía nacional para los Estados. Para ellos, el hecho de que las economías esten más interconectadas y sujetas a influencias externas, inevitablemente ha producido una pérdida de control en la toma de decisiones sobre política interior.
En nuestro país, el neoliberalismo se manifestó desde el sexenio de Miguel de la Madrid en 1982. Durante su mandato, se comenzaron a implementar políticas económicas que se alineaban con los principios del neoliberalismo, entre las que se incluyeron la apertura comercial, la desregulación y la privatización de empresas estatales.
Sin embargo, fue en la década de 1990, bajo los mandatos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, cuando las políticas neoliberales se intensificaron. Los periodos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto no fueron la excepción, y una gran cantidad de reformas estructurales, fundamentadas por el modelo neoliberal, se consolidaron.
Una vez que López Obrador llegó al poder, declaró el fin de la influencia neoliberal en las políticas de su gobierno, planteando la implementación de un modelo posneoliberal que implicaría un cambio sustancial en el régimen político y económico del país. Sin embargo, esta noción no manifiesta cambios trascendentales a comparación de su modelo antecesor. Más bien representa un intento de desprenderse de ciertos aspectos de la política neoliberal, que evidentemente contradirían la ideología de su movimiento, sin descartar la implementación de aquellas políticas claramente necesarias para sus pretensiones.
Las condiciones nacionales actuales nos demuestran que el neoliberalismo todavía se encuentra vigente. Las políticas económicas de tipo neoliberal se manifiestan en su mandato mediante la participación (a modo) del sector privado en proyectos de infraestructura, la continuidad de la austeridad fiscal, las estrategias desarrolladas para aminorar la inflación y la estructura de las relaciones económicas internacionales de México.
La diferencia es que ahora predomina una retórica anti-neoliberal enfocada en fomentar un crecimiento en la política asistencialista de tipo clientelar, pero que no produce las condiciones necesarias para alcanzar el crecimiento suficiente que logre distinguirse del que promueven los gobiernos neoliberales.
A pesar de la retórica anti-neoliberal de AMLO y su movimiento, es evidente que algunas políticas económicas aún reflejan aspectos de la ideología neoliberal desde su enfoque populista. Lo cierto es que no estamos rompiendo (al menos no por ahora) con la influencia del modelo neoliberal, por lo que resulta más atinado señalar que estamos entrando en una nueva etapa del neoliberalismo en México.
Bibliografía
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