- Michelle Presburger Cherem
Síntesis: Hablar de sexualidad en edad infantil no es peligroso, al contrario, no incluirla en la comunicación habitual puede tener consecuencias graves en el desarrollo integral. Es por eso que investigaciones actuales llaman a la acción de los espacios educativos a integrar estas temáticas en la cotidianeidad, incluso que sea tan normal como hablar de cómo compartir una pizza.
Imagen: Pixabay.
Síntesis: Hablar de sexualidad en edad infantil no es peligroso, al contrario, no incluirla en la comunicación habitual puede tener consecuencias graves en el desarrollo integral. Es por eso que investigaciones actuales llaman a la acción de los espacios educativos a integrar estas temáticas en la cotidianeidad, incluso que sea tan normal como hablar de cómo compartir una pizza.
Cuando se habla de educación sexual infantil, se tiene la concepción errónea sobre como las temáticas son demasiado explícitas y complejas, además, de que se induce a los más pequeños a actividades peligrosas solamente por nombrarlas. Sin embargo, hoy sabemos que incluir información sobre sexualidad en edades tempranas, utilizando la terminología y metodología adecuada, puede ser la clave para tener un futuro mucho más seguro y placentero.
Se habla normalmente, en espacios como la escuela o el hogar, sobre la diversidad del mundo, los colores y texturas, términos como amistad y respeto, el cuidado del medio ambiente, nuestros gustos en música y deportes. Sin embargo, lo que no parece tan obvio es que estos son también conceptos de sexualidad, y que apalabrados y nombrados como debe de ser, pueden ser interiorizados hacia lugares mucho más profundos de lo que creemos.
Por ejemplo, cuando una madre saca de bañar a su hijx y le frota la espalda para secarlo, le puede preguntar si esto está siendo placentero para él o ella, le puede pedir que comunique claramente qué es lo que siente y que en caso de que no sea algo que disfrute o se sienta cómodx, sepa que hablar con ella es seguro. ¿Esto parece demasiado complejo o algo que un niñx menor no pueda entender? Bueno, pues incluir estas pautas en la educación (formal o no formal) que reciben los niños, niñas y adolescentes, puede ser la clave para influir en la creación del camino futuro que se forme en su vida.
Peggy Orenstein, en su libro Girls & Sex, menciona que dentro de las entrevistas que realizó en su investigación, hubo muchas ocasiones en donde el sexo oral era la práctica más realizada de mujeres a hombres en edad universitaria. Esto debido a que al no saber comunicar asertivamente lo que se quiere y se desea, es preferible hacer algo que sea únicamente para la otra persona y que no genere dolor en ellas, pues también menciona, que las pautas que las mujeres tienen sobre satisfacción sexual son: que no duela demasiado, y que ellas estarán satisfechas si su pareja lo está. Pongámonos a pensar si la ausencia de dolor no es una vara demasiado baja para pensar en placer sexual.
Y reflexionemos ahora, ¿ acaso no vale la pena la inversión en educación sexual infantil, en donde se pueda practicar la comunicación, la asertividad, el consentimiento, el deseo, la colaboración, para que en un futuro, los que ahora se piensan demasiado pequeños para esa información, tengan espacios y vínculos seguros?
Hay muchas formas de hacerlo, y no importa cuál sea la que mejor se adecue a tu contexto escolar o familiar específico, lo importante es que se haga. Se pueden utilizar juegos o metáforas que dependiendo la edad sean significativas para ellxs. Por ejemplo, Orenstein (2016) cita a Al Vernacchio, educador de la Universidad de Philadelphia, quien compara el sexo con compartir una pizza.
Las dos personas empiezan con deseo de comerla; con hambre, con apetito. Antes de decidir comprarla, se puede dudar si es la mejor decisión comerla y entre ambos tomar la decisión. Si se continúa con el deseo, se debe proceder a la negociación — puede que a ti te guste el pepperoni y a tu pareja no, entonces deciden dividir la pizza con dos sabores distintos, o se accede a que la otra persona decida la siguiente vez el ingrediente, o bien se escoge un topping nuevo entre los dos — todo esto con la intención de satisfacer a todas las partes. Deseo, consentimiento, comunicación, colaboración y placer conjunto.
Entonces, si podemos hablar de cómo compartir una pizza de manera habitual y normal, también debería serlo hablar de sexualidad, de relaciones y de intimidad. No son conceptos demasiado complejos, más bien son conceptos que si no se apalabran terminan llenos de información peligrosa recabada de fuentes no seguras. No porque no se nombre, no se conoce.
Dejemos de subestimar el poder de los más chiquitxs de entender y hacer conexiones, son mentes en crecimiento, plenas de curiosidad y amor, que se pueden llenar de experiencias que les permitan afrontar un mundo tan diverso como desigual. Probablemente sean ellxs los que terminen por enseñarnos a nosotrxs, a través de sus preguntas, lo inmensa que es la sexualidad, pero sobre todo, lo importante de nombrarla para su desarrollo integral.
Bibliografía
1. Orenstein, P. (2016). Girls & Sex: Editorial Oneworld.
Ninguna terminología y/o metodología está exenta de contenido político y, presentarlas cómo la opción ‘adecuada’ o ‘correcta’, usualmente refiere a la opción más funcional para quienes detentan el poder.
Aprender sobre sexualidad desde una edad temprana es una gran herramienta para mejor interactuar con el entorno, pero requiere una reflexión constante, pues corre el riesgo de sustituir una sexualidad normal por otra, más funcional al poder.