- Ricardo Hipólito Alvarado
“En el gobierno una sola fuerza política debe sobresalir: la del presidente de la república.”
Lázaro Cárdenas del Rio
Así como el aleteo de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo, las acciones de un solo hombre pueden cambiar por completo el rumbo de la historia. En México, el sexenio de un solo hombre fue suficiente para cambiar la política nacional y establecer el régimen de partido autoritario que todos conocemos.
Cuando Lázaro Cárdenas del Rio tomó posesión de la presidencia el 30 de noviembre de 1934, parecía que la política nacional no cambiaría. Tanto la postulación, como la campaña del General fueron obra de Plutarco Elías Calles, lo que provocó que la victoria del michoacano se recibiera con gran apatía por parte de la población mexicana, ya que se le veía como un títere más del Maximato. Sin embargo, y para sorpresa de todos, Cárdenas terminaría emancipándose de Calles.
Los propósitos políticos y sociales de Cárdenas dependían de la consolidación del Estado y de la administración pública, lo cual implicaba terminar con la influencia de Calles. El panorama se mostraba adverso, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el gabinete del presidente, los gobiernos locales y las Cámaras Legislativas servían al Jefe Máximo. Aun así, Cárdenas encuentra un apoyo para poder limitar el poder de Calles: el movimiento obrero.
Durante la campaña de Cárdenas, los obreros comenzaron a movilizarse agitadamente en busca de mejores condiciones laborales. Su llegada a la presidencia los agitó aún más, ya que, en 1935, ocurre una explosión de huelgas a nivel nacional. Para el presidente las demandas de los trabajadores son prioritarias y su apoyo a los sindicatos es palpable.
A Calles no le hace gracia la actitud de la clase trabajadora. En una entrevista, Calles criticaría el creciente número de huelgas y la agitación causada por los obreros debido a la inestabilidad social que causaban. Cárdenas responde en favor del movimiento y, en un abrir y cerrar de ojos, la principal demanda de los obreros se convierte en un abierto rechazo al callismo y un claro apoyo al presidente.
Cárdenas, envalentonado por la postura que adoptan los trabajadores, comienza a afirmar su poder y hacerse con el control de las instituciones dominadas por Calles. Primero, el presidente depura su gabinete de personas afines al Jefe Máximo. El michoacano lo narra de la siguiente manera: “[R]euní al Gabinete en Palacio Nacional manifestándoles que, considerando embarazosa su situación por la amistad que los liga con el general Calles, aceptaba que presentaran su renuncia, lo que desde luego hicieron”.
Sin chistar, entre 1935 y 1936, se declara la desaparición de poderes, se anulan elecciones y se conceden licencias forzosas a gobernadores en 14 estados, lo que provocó la destitución de varios mandatarios locales afines a Calles. Asimismo, fueron desaforados diputados y senadores simpatizantes del Jefe Máximo acusándolos de “incitación a la rebeldía y maniobras sediciosas”. Ya con el control del gabinete presidencial, los gobiernos locales y las cámaras legislativas, la única institución faltante es el partido.
Durante el Maximato, el PNR fue utilizado por Calles para ejercer su poder y presionar al presidente. En 1930, Cárdenas llegó a la presidencia del PNR buscando fortalecer al presidente frente al partido. Para él, el partido no podía ser un opositor del Ejecutivo ni debía poner en riesgo su estabilidad. Si bien Cárdenas logró afianzar la lealtad del PNR a la presidencia, el partido siguió siendo leal a Calles. Siendo presidente, Cárdenas nombró a Emilio Portes Gil como presidente del PNR. Para Portes Gil, el PNR debía ser leal al presidente, y secundar al Ejecutivo en todas sus acciones. Tomando en cuenta lo anterior, Cárdenas dirigió al PNR de tal forma que impidió que simpatizantes callistas llegaran a puestos de representación popular.
Con el poder de Calles debilitado, Cárdenas da la orden de expulsarlo del país en abril de 1936. Sobre esta situación, el presidente llegaría a escribir con cierta melancolía lo siguiente: “Mucho reflexioné para tomar esta determinación y hube de disciplinar mi condición sentimental, por lo que se refiere al señor general Calles, y obrar como responsable de los destinos de la Nación”. Con Calles aniquilado, Cárdenas se dedicaría a sus dos objetivos principales: el reparto agrario y un frente único del trabajo.
En palabras del General: “[E]l papel del ejido no es el de producir el complemento económico de un salario (…) sino que el ejido, por su extensión, calidad y sistema de explotación debe bastar para la liberación económica absoluta del trabajador”. Tomando en cuenta la visión del presidente, es lógico que, en el sexenio, el reparto ejidal llegara a extremos nunca antes vistos. Se expropian latifundios y la tierra se reparte a granel. El reparto inicia con la expropiación del emporio algodonero de La Laguna; tiempo después, corren con la misma suerte las tierras del Valle de Mexicali, el Valle del Yaqui, la zona henequenera de Yucatán, entre otras. Para el final del sexenio, habrán aproximadamente 18,325,275 de hectáreas repartidas entre 1,020,594 campesinos.
Por otro lado, la movilización de los trabajadores y organizaciones en apoyo a Cárdenas allanaron el camino para consolidar la unidad de los trabajadores. Finalmente, el 24 de febrero de 1936, se crea la Confederación de Trabajadores de México (CTM) como la central obrera más grande e influyente del país, la cual aglutina a trabajadores de todas partes de México. La CTM y el gobierno cardenista establecieron una estrecha relación de colaboración que permitiría el respaldo obrero a las decisiones del gobierno. Para Cárdenas, la creación de la CTM no significaba solamente la unificación de las organizaciones obreras, sino que significaba someter su poder al Estado y al partido.
A pesar de todos los eventos anteriormente narrados, el momento estelar del sexenio estaba por llegar. Ante la negativa de varias empresas petroleras extranjeras de acatar el fallo judicial que las condenaba al pago millonario de salarios en favor de sus trabajadores, el presidente decide nacionalizar la industria petrolera el 18 de marzo de 1938. De esta forma, el Estado mexicano se hace con el poder de controlar totalmente la producción y comercialización del petróleo. Doce días después de la expropiación, Cárdenas transforma el PNR en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el cual es capaz de movilizar a millones de campesinos y obreros en beneficio del partido.
Con Cárdenas, parece ser que la Revolución llega al estadio de promesas cumplidas. Después de años de guerra, luchas por el poder, traiciones y muchos muertos, finalmente hay reparto agrario, movimiento obrero unificado apoyado por el gobierno, soberanía energética y nacionalismo. Por lo anterior, no es de sorprender que el sexenio cardenista sea recordado como un hito en la historia nacional. Sin embargo, las acciones de Cárdenas durante su gobierno establecieron las características del sistema político que imperaría en México por muchos años.
La actividad política de Cárdenas durante su mandato no solo sirvió para eliminar el poder de Calles para así cumplir sus objetivos sociales y políticos, sino que logró afianzar el poder presidencial de tal manera que estableció el predominio del Poder Ejecutivo sobre el resto de los poderes de la Unión e instituciones del sistema. Para el final del sexenio ya se encuentra constituido el partido hegemónico liderado por el presidente que es capaz de movilizar a las masas. La poda de legisladores callistas y el liderato del partido por parte del presidente terminó provocando la completa subordinación del Poder Legislativo, mientras que el Poder Judicial acabó con una autonomía acotada que pocas veces se oponía al Ejecutivo porque los otros dos poderes estaban regidos por la misma persona. Finalmente, la destitución de los gobernadores afines a Calles causó que los mandatarios locales quedarán sometidos al presidente de tal forma que éste tenía la posibilidad de nombrarlos y removerlos a voluntad, lo anterior le permitió al Ejecutivo asegurar su poder en las entidades federativas.
La suerte ya está echada: el presidente manda por encima de todo y de todos, y así seguirá siendo en los años venideros. Al final del sexenio, el sistema político ya está constituido con sus características bien definidas, un presidente fuerte y el predominio de un solo partido. Cárdenas fue autor de muchas cosas, reparto agrario, movimiento obrero, expropiación petrolera, etc. Sin embargo, su obra con mayor repercusión e importancia fue el régimen autoritario que duró por el resto del siglo XX.
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