- Michelle Presburger Cherem
Síntesis: Invitación a pensar en los estudiantes como los seres humanos, con toda la vulnerabilidad que ello conlleva. Entenderlos como seres ansiosos de regresar a jugar con su compañerxs de pupitre, pero esta vez, con la nueva historia que deben contar. El debate no es sobre el sí o el no, sino sobre el cómo.
Hablemos del anhelado regreso a clases presenciales, lo que se ve como la luz al otro lado del túnel para muchxs precipitada, pero para otrxs tardía. Cada opinión del dilema es justificada con datos reales. Por un lado, la falta de vacunación sistemática e instalaciones que garanticen la seguridad, por el otro, niños, niñas, niñes y adolescentes que ya no se sostienen en el sistema a distancia. No importa nuestra opinión al respecto, lo que sí es un hecho es que el pasado 30 de agosto se abrieron voluntariamente las puertas a las escuelas y es urgente cambiar el enfoque del recibimiento.
Las instituciones educativas deben rediseñar al ser humano que quieren formar, pensar en individuos integrales que requieren estrategias en todos los ámbitos de la vida y considerar sistemáticamente la complejidad de la realización social. El regreso a clases presenciales será mucho más difícil de lo que creemos, pero no por lo que se “perdió” académicamente, sino por lo que debemos recuperar.
Muchxs se preguntan qué hacer con quienes no pudieron sostener un nivel académico determinado a través de una pantalla. Sin embargo, mi principal interrogante radica en lo siguiente: ¿cómo les enseñamos a nuestros niñxs a volver a jugar?
Al momento de plantear la pregunta, la respuesta viene de la mano de problemáticas que hoy día deben ser prioridad. Pensemos en adolescentes que en el momento más importante de su desarrollo social han tenido que dejar de ver a sus amigos y amigas. Se les olvidó cómo relacionarse, la identidad que comenzaban a formar se quedó a medias y muchxs perdieron la oportunidad de sentirse segurxs con las personas que antes eran sus compañerxs diarios ¿Entendemos la importancia de atender esto mucho antes que comenzar regularizaciones vespertinas de los temas “perdidos”?
Comencemos mejor por crear espacios seguros y de aceptación donde puedan vestir un cuerpo que probablemente ha cambiado, que se les permita llorar por el recuerdo de lo que antes conocieron y abrir canales de comunicación que, ahora desde la presencialidad, deben utilizarse para preguntar. Y no me refiero solamente a expresar sus dudas académicas, sino preguntas naturales de la curiosidad humana que no se pudieron satisfacer integralmente en el distanciamiento social.
Resulta necesario considerar la manera en la cual podemos ayudar a la regulación de las emociones de una persona a la que hoy ya no le podemos decir que todo va a estar bien, pues el discurso ya no es capaz de sostenerse. El antiguo enunciado sobre ser felices siempre ya no encaja con el mundo que nos rodea. Por tanto, ayudemos a advertir como una actitud normal la ansiedad que recorre el cuerpo de quien no está seguro si desea entrar a la escuela o quedarse en casa. Es un acto que requiere la capacidad de acompañar la angustia por volver a socializar con amigxs y compañerxs que no saben la nueva historia personal que cada uno ha tenido que construir. Pero sobre todo, es pertinente que se permita y abra un espacio para que estos procesos puedan transitarse con ayuda profesional.
Seamos más humanos y menos máquinas que esperan resultados para un examen estandarizado. Pongámonos en el lugar de aquellos que deben reintegrarse a algo que ahora les resulta un tanto desconocido. Hagamos pequeñas acciones que puedan ser el camino hacia un beneficio más grande: flexibilizar los horarios, emplear las clases como espacios seguros para hablar de lo ganado y lo perdido, fomentar la confianza de hablar de nuestros miedos, así como permitir que los mismos alumnxs sean maestros y maestras de sus historias y experiencias vividas. Al final, todo conocimiento académico llegará, pero recuperar el vínculo perdido no parece ser tan sencillo.
Cuando se abran las puertas de las escuelas, no hay que pretender sentar en pupitres a estudiantes dispuestos a escuchar lecciones. Pensemos mejor en una comprensión profunda hacia las personas, redescubriendo el sentido de una vida que, hasta hace muy poco, se veía perdida.
Bibliografía
- Soojung-Kim Pang, A. (8 de julio de 2021). Why we need to consider switching to a 4-day workweek—now. IDEAS TED. https://ideas.ted.com/case-for-4-day-workweek/