- Mariana Salgado Pérez
Síntesis: Después de casi dos años de vivir en un estado de estrés continuo, nuestros cerebros han recibido las consecuencias. No eres tú, somos todxs lxs que han sentido cambios significativos en nuestra concentración, memoria y aprendizaje. No todo está perdido y así como nos tardamos en llegar a este momento, va a tomar tiempo regresar a un funcionamiento óptimo.
Nos encontramos en un momento lleno de incertidumbre, sentimiento que ha durado casi dos años, desde marzo del 2020. Vivimos en estrés continuo, frente a una exposición prolongada al cortisol (principal hormona asociada al estrés). Parece que pronto va a acabar todo, pero cada día una noticia trae decepción, a veces esperanza o una nueva variante por la cual preocuparse.
Sí, pudiste entender de lo que estoy hablando sin siquiera mencionar el virus. Sin llamar por su nombre al responsable de desvelos, preocupaciones, llantos, aislamiento, duelos; pero también en algunas ocasiones, en el mejor de los casos, al causante de nuevos hábitos, ideas y nuevas formas de ver la vida. ¿Qué te trajo a ti la pandemia?
Sin duda te puedo contar que a mi me regaló un nuevo cerebro. Bueno, no me lo cambió desde cero, pero sí lo modificó. Para bien o para mal, ya no es lo mismo que antes. Desde hace unas semanas ya vivo una vida más cercana a lo que era antes, regresé presencialmente a la universidad, a convivir con más gente, hacer más cosas y pasar más tiempo fuera de mi casa. Y esto me tiene agotada, he podido notar que me canso más que antes, que física y mentalmente hacer todas estas tareas requieren de un esfuerzo que hace un año y medio hubiera sido un martes cualquiera.
Parece que mi vida regresa a la normalidad, si es que así la podemos llamar, pero aparentemente mi cerebro no puede alcanzarla. No está lo suficientemente rehabilitado para atender las necesidades que trae el día a día y por las que me tuve que dejar de preocupar por un rato. Entre ellas, salir 30 minutos antes por el tráfico, la carga de trabajo en la escuela, la reactivación en el trabajo, atender eventos sociales, y muchas cosas más que regresan poco a poco a la “normalidad”.
Pude notar que mi poder de concentración ha disminuido, que me tardé 30 minutos en hacer algo cuando antes me tardaba 10 como mucho. Que el cumplir con la escuela y el trabajo sigue siendo un reto como lo fue a principios del año pasado, y el tiempo que paso en mi celular y en la computadora aumenta constantemente. Hace unas semanas me encontré con un artículo del periódico The Guardian que habla acerca de esto, incluso nombran un fenómeno llamado: pandemic brain (cerebro pandémico). En el cual se ha observado que el estar expuestx al estrés por tiempo prolongado tiene repercusiones, “puede llegar a matar células cerebrales e incluso reduce el tamaño de la corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de la memoria, la concentración y el aprendizaje” (Korducki, 2021). Así que, está pasando y no solo eres tú alimentando una adicción a los estímulos instantáneos que nos proporcionan las redes sociales.
“Barbara Sahakian, profesora de neuropsicología clínica en la Universidad de Cambridge, ha trabajado en la investigación de los efectos del aislamiento social y soledad en el cerebro de las personas durante la pandemia. Ella dice que los impactos en múltiples regiones del cerebro son profundos. “Hemos visto cambios en el volumen en las regiones temporal, frontal, occipital y subcortical del cerebro, la amígdala y el hipocampo en personas que están socialmente aisladas”, dice Sahakian. La pérdida de volumen en cualquiera o todas estas áreas podría ser seriamente perjudicial para los procesos en los que confiamos para relacionarnos con los demás y el mundo que nos rodea” (Korducki, 2021).
Pero que esto no nos desanime, porque finalmente nos encontramos más cerca de la recuperación, esto no significa que vaya a ser instantánea y que de la noche a la mañana rehabilitemos lo que veníamos trabajando y reforzando durante años. Así como este cambio no fue instantáneo, la recuperación tampoco tiene que serlo. Considero la empatía y la autocompasión como actitudes claves para volver a sentirnos comodxs en nuestros propios cuerpos y con el mundo que nos rodea.
Referencias
- Korducki, K.M. (2021). I have ‘pandemic brain’. Will I ever be able to concentrate again?. 8 de octubre de 2021, The Guardian. https://www.theguardian.com/us-news/2021/jun/24/pandemic-brain-covid-coronavirus-fog-concentrate
Excelente publicación. Los estragos de la pandemia han dejado en todos huellas, por fortuna algunas reversibles; pues aún cuando no hemos sido atacados por el virus, si por las consecuencias del aislamiento.