- Daniela Fernanda Ramírez Lugo
Hemos sido muy duros al criticar el arte postmoderno, la mayoría asumimos que es una basura o que no tiene sentido comparado con otros géneros artísticos, sin embargo debemos saber que independientemente de lo que pensemos, y con eso me incluyo, tenemos el deber de conocer la obra a profundidad, antes de emitir un juicio basado solo en perspectiva.
Para entrar en detalles sobre arte postmoderno, primero tenemos que entender conceptos básicos como que es una obra de arte, si se puede separar al artista de la obra, la crítica hacia una obra y los géneros que anteceden al arte postmoderno.
A diferencia del concepto romantizado que tenemos del arte, de ser una puerta de expresión aleatoria y totalmente subjetiva, la realidad es que el arte se puede leer en cuestión de su contexto histórico, cultural, político, social, etc. “La obra de arte tiene la capacidad de pensar la historia y es su contexto histórico el que la produce” (Cruz, V. 2018, pág. 75.)
La obra de arte es creada por un artista, pero al final del día, lo que el artista quería decir se ira perdiendo entre recuentos y rumores históricos, e incluso, nunca sabremos en totalidad el significado que le dio, puesto que al ser el arte un ejercicio de sublimación y expresión de deseos inconscientes, algo que decía Freud “un automatismo psíquico, una inscripción liberadora de impulsos inconscientes sin la intervención reguladora de la razón” (Vargas, A. 2021) la pieza se vuelve independiente de su creador.
Es aquí donde hay una opinión impopular ¿se puede separar el artista del arte? Desde un punto de vista integrativo, claro que sí.
Como menciono antes, la obra si tiene parte del significado de lo que el artista quería decir, pero si lo ponemos en porcentajes, sería apenas un 20% de lo que es la obra como un todo. El arte es el reflejo del contexto en el que se creó y cuenta la historia por la que se pasaba en ese momento, las guerras, las pandemias, catástrofes, logros y avances que esa época enfrentaba. Para criticar una obra, no basta con decir si es buena o mala, bonita o fea, se necesita información de todo lo que rodea a la obra y se debe dar una opinión informada. “la crítica nada tiene que ver con hacer juicios…la crítica implica el conocimiento de la obra de arte que se analizara, es decir, implica profundizar en fragmentos y detalles” (Cruz, V. 2018, pág. 87-88).
Para esto basta sumergirnos un poco en historia del arte, y darnos cuenta que cada género artístico era el reflejo de los eventos históricos de su época y sus exponentes eran los revolucionarios que se atrevían a ponerlo en voz del pueblo.
En la edad media el arte era creado a petición del clero y la realeza, y representada en mayoría la religión de la época; en el barroco el arte era el instrumento que educaba al pueblo, promovía en antropocentrismo y aunque aún representaban escenas bíblicas, ya tenía otros fines; el clásico se creó por movimientos como La Ilustración, suceso que ponía la razón y la intelectualización de la vida como primera instancia a saber y las obras creadas eran técnicas, frías y totalmente académicas.
Como podemos ver, cada tiempo exponía en su arte lo que se vivía en las calles y los gobiernos, pero no lo veremos tan claramente como cuando surgió el arte moderno.
Muchos tienen la idea equivocada de que el arte actual es arte moderno, y utilizan el término erróneamente. La realidad, es que el término de arte moderno surgió como una forma de expresar los cambios que había en la época; el historiador y crítico de arte Rosalind Krauss sugiere que “arte moderno se define una nueva etapa de la historia del arte que surge como respuesta a los cambios sociales y tecnológicos de la época, y que responde a la necesidad de los artistas de explorar la autonomía del arte” (Krauss, R. 1985). No debemos olvidar que el arte moderno surgió a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, donde la revolución industrial estaba en su auge. La vida empezaba a modernizarse.
Según el historiador de arte H. H. Arnason, “lo moderno implica romper con las normas establecidas, lo que se hace evidente en los artistas de las vanguardias que experimentaron con formas y materiales para reflejar la complejidad del siglo XX” (Arnason, H. H, 1998).
Esto es justo lo que hacían artistas como Monet, Van Gogh, Degas, Gauguin, Renoir, Klimb, Picasso, Kandinsky, Dalí, Miró, Remedios Varo, Leonora Carrington, etc.
Todos estos artistas pertenecen al arte moderno, y su arte, tan legendario como conocemos a unos Girasoles de Van Gogh, una Guernica de Picasso, un Grito de Edvard Münch, los Nenúfares de Monet o incluso Amarillo, rojo, azul de Kandinsky, son obras modernas, y que en su tiempo eran consideradas una aberración al arte.
El arte moderno se caracterizó por la ruptura que se tenía con la academia de los géneros que se venían trabajando desde el barroco, un uso de la técnica específico y muy riguroso, buscando perfección anatómica o del uso del color en sus obras; aquí los artistas buscaban revelarse a su medio cambiante y esto se plasmaba en sus obras, ellos pintaban el entorno cada vez más industrializado y lleno de derroches simbólicos y emocionales por todos lados. Una crisis de la identidad que se plasmaba en cada cuadro conforme avanzaban los años.
Los críticos de arte de ese entonces no podían creer que una obra como “La noche estrellada” de Van Gogh pudiera llamarse arte cuando la comparabas con una capilla Sixtina de Miguel Angel.
El arte de estos artistas fue infravalorado, criticado, abucheado y menospreciado tanto por académicos como por el público en general. Lo cual es irónico, ya que ese mismo cuadro de Van Gogh que menciono está ahora expuesto en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, siendo de las piezas más importantes de la exposición, y estando valuado en alrededor de 100 millones de dólares.
Estoy seguro que el público que lee el texto debe conocer esta obra, y aunque no todos concuerden con si esta es una obra de arte exquisita, tendrán alguna obra favorita de los artistas que mencione antes. El punto aquí es darnos cuenta cómo el contexto era el reflejo de lo que los artistas representaban, y como el avance de este hacía que ellos evolucionaran con él.
El arte moderno, fue la puerta a la libertad creativa que veremos ahora en el siglo XXI en el arte contemporáneo y posmoderno.
Ambos géneros artísticos se crearon en una época donde la digitalización y la revolución tecnológica de Steve Jobs tenían un auge importante; además de estar rodeados de un nuevo sistema capitalista que iba de la mano del consumismo y la materialización de los objetos y anhelos cotidianos.
Lipovetsky nos muestra mucho esto en su planteamiento de la tecno estética, que sería la estética basada en lo efímero, lo vacío y lo carente de significado. “El estilo, la belleza, la movilidad de los gustos y las sensibilidades se imponen cada día más como imperativos estratégicos de las marcas: lo que define el capitalismo de hiperconsumo es un modo de producción estético” (Lipovetsky, G. 2000, pág. 9). Aquí el arte se vuelve desechable e importa más crear obras de impacto rápido que de impacto duradero.
Entonces, artistas como Warhol, Koons, Marina Abramović, Andrés Serrano no crean un arte malo, sino que crean un arte que refleja la estética actual y lo que el mundo actual representa.
Muchos de ellos hacen performance, un termino actualmente muy usado, que hace referencia a “una forma de expresión artística en la que el cuerpo del artista y sus acciones son el medio principal, integrando elementos de tiempo, espacio y participación del público para desafiar las normas y transmitir ideas o emociones” (Goldberg, R, 2001). Estos tratan temas controversiales o buscan ejemplificar la realidad actual atravesó de representaciones abstractas y bizarras.
Marina Abramović, una artista que mencioné en uno de mis artículos anteriores “La peor ruptura” de 2023, hizo uno de los performances más significativos a mi parecer en Rhythm 0 (1974) donde se ofreció como objeto en una galería y permitió que el público usara 72 objetos sobre ella, exponiéndose a la voluntad del espectador. Lo más impactante, fue que hubo personas que estuvieron a punto de abusar de ella físicamente, e incluso no se sabe si sexualmente. Esta obra mostró la naturaleza humana del siglo XXI y como la persona es capaz de llegar a todo bajo ciertas circunstancias específicas, término que ya se ha estudiado en otros experimentos de la psicología social como en la cárcel de Stanford o los electroshocks de Milgram.
Claro que tenemos otro extremo de obras como Christ (1987) que es una fotografía de un crucifijo sumergido en su propia orina, que provocó controversia en torno a la libertad de expresión y la religión. Al igual que el performance de Abramović tiene un objetivo social y busca ahondar en la controversia de la religión hoy en día, pero para muchos, los métodos utilizados son grotescos o absurdos.
No obstante… ¿Podemos llamar absurdo una obra como esta en un mundo donde estamos llenos de un sin sentido sin fin? La época actual está hecha para entrar en crisis y sabernos perdidos en medio de todo lo que nos rodea; nos podemos llegar a ahogar en problemas, existencialidad, barbarie y crudeza.
El arte contemporáneo y posmoderno no es más que el reflejo de nuestra cruda y vacía realidad.
Con esto podemos concluir que el arte postmoderno tiene mucho más trasfondo de lo que hemos estado dispuestos a admitir, y negarle el término de arte al arte postmoderno, estaría quitándole al mismo tiempo la importancia al arte moderno, el clásico, el barroco y así hasta llegar a la antigüedad, ya que todos en algún momento de la historia fueron cuestionados y juzgados como si no fueran arte. No lo sabemos, pero puede que, en 100 años, exista un nuevo género artístico aún más absurdo y que al mirar atrás piensen que el arte actual era profundo y revolucionario, pero en lo que pasa eso, solo nos queda criticar de forma fundamentada la obra y no solo guiarnos por nuestra percepción.
Referencias
Serrano, A. (1987). Piss Christ. Stux Gallery, Nueva York.
Arnason, H. H. (1998). History of Modern Art: Painting, Sculpture, Architecture, Photography (4.ª ed.). New York, NY: Harry N. Abrams.
Krauss, R. (1985). The Originality of the Avant-Garde and Other Modernist Myths. Cambridge, MA: MIT Press.
Goldberg, R. (2001). Performance Art: From Futurism to the Present. New York, NY: Thames & Hudson.
Abramović, M. (1974). Rhythm 0. Galleria Studio Morra, Nápoles.
Vargas, A. Arte y psicoanálisis: una mirada interrelacional. (2021, 7 junio). SPM: Un Lugar de Encuentro, Donde Se Hace y Se Enseña Psicoanálisis. https://spm.mx/2018/arte-y-psicoanalisis-una-mirada-interrelacional/
Cruz, V. (2018). El lago de los cisnes: un beso entre dos culturas. México. Universidad Iberoamericana.
Lipovetsky, G. (2000). La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico. España. Ed. Anagrama.