- Giovanna Noemí Montes Núñez
Ciertamente, el 8M es un día de conmemoración, en el que miles de mujeres se empoderan y salen a la calle a exigir justicia. Los carteles se elevan, pintando la ciudad de morado, en un intento de recalcar la verdadera tonalidad de México; un rojo vivo bañado en sangre. ¿Cómo se supone que recuperaremos todo aquello que se nos fue arrebatado?
La unidad representa la fuerza que obtenemos al empatizar y pronunciar un genuino “yo sí te creo”. La presión a la que se someten las víctimas es indignante, ya que si deciden alzar la voz, la sociedad las juzga, dando pauta a una desgarradora revictimización. Atraviesan un largo camino de nulo procesamiento ante su denuncia, además de una sentencia perpetua a la violencia sistemática. Cansadas de ser acalladas, desisten sabiendo que su victimario se encuentra en total libertad para agredir e incluso asesinar a otra mujer. Por ello, es importante continuar siendo parte del movimiento que exhorta a las autoridades a quebrantar la impunidad, sin embargo, ¿qué podemos hacer desde nuestra posición como individuos?
Cada una, desde su trinchera, aporta a la sociedad en pro de una metamorfosis que no solo impacta a nuestra generación. La búsqueda va más allá de un beneficio personal, en la que la ternura es revolución. Extender la mano a aquella mujer que ha sido agredida, defenderla, escucharla sin prejuicio alguno, y mirarla en su totalidad forma parte del cambio. Prioriza el conocer su historia, no la encapsules en el adjetivo de víctima, puesto que somos mucho más que un sustantivo. Respeta su proceso y acompáñala, ya que solo ella sabrá lidiar con la tempestad que atraviesa.
La sociedad busca imponer qué puede y qué no debe hacer una “verdadera” mujer ante un caso de violencia de género. Tiene la supuesta obligación de ser fuerte, denunciar y continuar con su vida, tal como si el reporte modificara realmente gran porcentaje de la historia. La realidad está totalmente alejada de toda creencia que surge a partir de la ignorancia. Es imposible entender lo que cada una de ellas sufre, dado que no estamos en su posición.
Resulta sencillo, e incluso cómodo, juzgar desde una burbuja de privilegios que hasta el momento no ha sido permeada por semejante sufrimiento. Se acusa de cobarde a quien decide escribir de forma anónima en el tendedero el nombre de su agresor y no opta por realizar una declaración formal sin considerar que se sitúa en una posición de vulnerabilidad extrema. Cuestiona tu discurso de ser necesario; la tragedia se respira en cada espacio que compartimos.
La rabia de la insensibilidad tendría que invadir nuestro actuar, partiendo de la revolución más profunda que existe. La más diminuta muestra de lucha contra el sistema opresor en el que vivimos no es palpable o visible, sino que parte desde el silencio ante bromas referentes a la violencia de género. Surge cuando decidimos conscientemente cesar con los patrones machistas que se nos han impuesto desde la infancia, cuestionando por igual los estereotipos de género y los mensajes de odio que ello conlleva. El cambio comienza desde lo ordinario, permitiendo que se encamine hacia actos extraordinarios que subsanen el rumbo de la sociedad.
La lucha no únicamente concierne a las mujeres, sino también a los aliados que deciden cuestionar la normalización de las múltiples conductas patriarcales presentes en la cotidianidad. El hombre se convierte en cómplice desde el momento en el que permanece en la conveniencia de la ceguera. Máxime si han sido testigos de acoso, hostigamiento, abusos y feminicidios, siendo incapaces de alzar la voz o de romper con el pacto implícito que mantienen como un mutuo medio de protección. Un sistema en completo silencio es conveniente, puesto que es dócil y acepta sin objeción lo adiestrado desde hace cientos de años.
No le debemos absolutamente nada a nadie. Nuestra forma de luchar parte de un movimiento social, es cierto, pero también de nuestra historia y de cómo decidimos hacer ruido. A pesar de haber sido llamada esta última marcha del 8M como un acontecimiento “performativo”, el cual representa cada vez menos el verdadero significado de la lucha feminista, permítete reflexionar qué sí te llevas de aquel día. Cada año conmemoramos colectivamente el día de la mujer y la lucha por la justicia, sin embargo, en lo individual, aquel incendio se rehúsa a extinguirse el resto del año.
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”. (Rosa Luxemburgo, 1903)
Referencias bibliográficas
Se Regalan Dudas Podcast. (2021, May 11). 156. Nos están matando | Alma Delia Murillo [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=J7VTw9mFdIM
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Butler, Judith (2015) El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.
Freedman, Estelle. (2003). No Turning Back: The History of Feminism and the Future of Women. Nueva York: Ballantine Books.
FALUDI, Susan, Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna, trad. Francesc Roca, Anagrama, Barcelona, 1993.