Lorena Remírez Valenzuela
El debate sobre el derecho a decidir en Estados Unidos ha tomado relevancia de nuevo a partir de la reciente promulgación del llamado ‘Texas abortion ban’, que básicamente busca limitar aún más el derecho de las mujeres a acceder a un aborto digno y seguro dentro del estado. Esta política, es un intento más del sector republicano para abolir la decisión judicial que hizo del aborto un derecho constitucional: Roe vs. Wade.
La frase ‘Roe vs. Wade’ es suficiente para encender debates políticos polarizados en Estados Unidos; y es que con las recientes discusiones y prohibiciones entorno al llamado Texas abortion ban, es un tema de relevancia paradigmática. Roe vs. Wade es el nombre que se refiere al caso judicial bajo el cual se logró despenalizar el aborto inducido en todo el país en 1973. Una mujer embarazada decide presentar una demanda en contra del estado de Texas. Henry Wade fue el fiscal de distrito del condado de Dallas representando al estado de Texas, estado pro-vida.
El caso escaló hasta la Suprema Corte en donde finalmente se despenalizó el aborto, sentando un precedente a nivel federal, que establecía que una mujer tiene derecho a la privacidad en cuanto a sus decisiones médicas, y los únicos involucrados serían ella y su médico. Sin embargo, es importante mencionar que despenalizar el aborto y hacerlo accesible y asequible son dos cosas diferentes. Si bien ya no existía motivación legal para perseguir legalmente a una mujer o persona gestante por ejercer su derecho a decidir respecto a su propio cuerpo, los estados conservadores comenzaron una movilización masiva para obstaculizar el acceso al aborto seguro al interior de sus estados.
El movimiento pro-vida ha tratado de anular ‘Roe vs. Wade’ desde el inicio, y no parece que vayan a parar de hacerlo pronto. La sociedad estadounidense, como la mexicana, está sumamente polarizada, lo cual resulta extraño para un país emblema del “primer mundo”, y la potencia mundial por excelencia.
La mayoría de los países modernos, son progresistas y defienden abiertamente el derecho a decidir. Por otro lado, los países más retrasados en cuanto a desarrollo, como sucede en América Latina, suelen tener una sociedad sumamente religiosa y dividida (o completamente en contra) del derecho a decidir. Aclaro que el problema con traer la religión a la ecuación en un debate estrictamente jurídico es la intención de subordinar al otro a un sistema de creencias específico que no comparte. Esto nos plantea una decisión difícil a nivel legislativo. Incluso cuestiona nuestra propia percepción de lo que son los derechos humanos. ¿Los entendemos cómo expansivos o cómo retroactivos? ¿Pueden ser limitados por el Estado? ¿Impacta lo que digan medios y grupos políticos? Yo creo que sí.
Después de Roe vs. Wade, se intensificó de tal manera el activismo pro-vida estadounidense que incluso radicales comenzaron a cazar a activistas, mujeres, pastores o doctores y doctoras pro-decisión y matarles en sangre fría. Del mismo modo, políticos se dieron cuenta que Roe vs. Wade era el arma política perfecta para ganar votos del ala conservadora y evangelista, demasiados votos. Así lo hizo Reagan, así lo hizo George H.W. Bush y así lo hizo Trump. Se manifestaron públicamente a favor del derecho a decidir antes de ser candidatos a la presidencia, solo para cambiar de opinión en plena contienda presidencial al darse cuenta que cambiando de postura hacia una pro-vida, ganarían la Oficina Oval.
Roe vs. Wade ha evidenciado la fragilidad del sistema de justicia en Estados Unidos. Hemos sido testigos, que lo personal es político. Quienes dirigen el gobierno, el Congreso o la Corte, tienen la facultad de plasmar su ideología política en las decisiones que toman, afectando la vida de millones de personas. Ahora más que nunca, debemos de ser impecables con nuestras palabras, acciones y elecciones. Evidenciar nuestras necesidades y reclamar nuestros derechos; solo de esa manera, tendremos líderes coherentes y progresistas.
Lo que está pasando hoy en día en Texas es un eslabón más, un intento más del movimiento pro-vida para obstaculizar el acceso de mujeres y personas gestantes a un aborto digno y seguro. Si bien Texas no tiene la facultad de prohibir por completo el aborto en el Estado, puede hacer las reglas tan laxas o tan estrictas como quiera, así como implementar limitaciones para acceder al mismo. Puede limitar el aborto hasta antes de las 6 semanas (antes de las cuales la mayoría de las mujeres ni siquiera sabe que está embarazada), puede perseguir penalmente a cualquier involucrado en el aborto de un feto mayor a 6 semanas y puede incitar a la población a una “cacería de brujas” para reportar a mujeres que quieran abortar y ofrecer hasta $10,000 dólares como recompensa, como lo están haciendo en pleno 2021 con el llamado Texas abortion ban.
Pareciera que el debate sobre el tema no tiene fin, y que dependerá principalmente de quién se encuentre en la presidencia y sea capaz de nombrar a jueces y juezas que se alineen con su partido y visión política. Esto es sumamente preocupante.
Para muchas mujeres y personas gestantes la posibilidad de tener acceso a un aborto digno y seguro representa la posibilidad de poderse realizar como personas, de elegir el camino de vida que quieren seguir y llegar a tan lejos en la vida como ellas lo quieran. “Controlar la fertilidad de las personas afecta el tipo de vida que tendrán.” (McNicholas, 2018) Obligar a una mujer a llevar a cabo un embarazo que no desea es una imposición violenta y violatoria de derechos, que no debería de estar a debate público. Así que mi invitación es que hoy recordemos lo que se decidió ese 22 de enero de 1973, y defender que la maternidad se elija y se desee. De lo contrario estaremos retrocediendo como humanidad.
Bibliografía
1. Sundeberg, Anne; Stern, Ricki. 2018. Reversing Roe. Película. Netflix.
2. Planned Parenthood, & Pichler, S. (2010). Roe contra Wade – antecedentes e impacto. https://www.plannedparenthood.org/uploads/filer_public/bb/64/bb64e3b0-3a02-4705-b126-de799980d8db/roecontrawadeantecedenteseimpacto_2010-05.pdf