- Autora: Andrea Vargas Galván
- Editora de estilo: Renata Romero Guzmán
Pocas veces nos damos cuenta de lo importante que es el espacio público en nuestra vida cotidiana. No se trata de un sitio pasajero o de un simple adorno, sino del único y verdadero escenario sobre el que nos desenvolvemos mientras transitamos por este mundo. Es el lugar donde nace la esencia urbana, donde actuamos, ideamos, interactuamos con otras personas y generamos experiencias. Más a lo largo de las últimas décadas, los centros comerciales se han posicionado como el punto de encuentro de la comunidad por excelencia, sustituyendo así a plazas y jardines, y ocasionando un deterioro en el medio ambiente y en la calidad de vida.
Solamente en México, contamos con más de 20 millones de metros cuadrados rentables distribuidos en más de 700 centros comerciales, de los cuales la capital acumula aproximadamente el 28%. Si estas cifras no son lo suficientemente inquietantes, basta con echar un vistazo al resto del continente y compararnos para descubrir que 1 de cada 3 centros comerciales de toda América Latina están en nuestro país (Vázquez y Gutiérrez, 2015).
En la actualidad, la sociedad se halla absorta en el deseo de consumir, poseer y acumular bienes materiales y desconectada del mundo natural, lo que ha impedido darnos cuenta de que quienes toman decisiones sobre la planificación y organización de los espacios públicos han optado por la ignorancia y la codicia, sin tomar en consideración a la naturaleza y a los múltiples beneficios que nos concede cuando se integra a la ciudad. Por ello, es necesario dejar de construir centros orientados al consumo y priorizar los espacios verdes y el contacto humano con el paisaje natural, pues son indispensables para el equilibrio en la vida de las personas.
Ante todo, los espacios verdes juegan un rol irremplazable en la mejora de la calidad del ambiente en que vivimos. Si no hay vegetación, no hay hábitat para la fauna. Las plantas ayudan a regular considerablemente el clima absorbiendo el calor y la lluvia, a absorber y romper muchos contaminantes provocados por autos y por industrias, a retener el polvo contenido en el aire y, por supuesto, a reciclar dióxido de carbono para aportarnos oxígeno. Los árboles, por su parte, reducen la velocidad del viento, disminuyen el ruido, contribuyen a regular la temperatura y la humedad, nos proporcionan techo en días de lluvia, sombra en días de calor y dejan pasar el sol por sus ramas sin hojas en días fríos.
Ahora bien, más allá de sus ventajas ambientales y estéticas, los espacios verdes son benefactores sociales, pues está comprobado que tienen un impacto positivo en la comunidad y en cada uno de sus habitantes. Si bien hacen posible realizar actividades al aire libre, el paseo y la contemplación de la naturaleza, su influencia es mucho más trascendental. Primero, se convierten en el lugar adecuado para la convivencia, pues brinda oportunidades para el contacto social. Se convierten en un punto de reunión familiar y comunitario, y reducen los índices de violencia doméstica, según un estudio del 2001 realizado por Kuo y Sullivan (Galindo-Bianconi y Victoria-Uribe, 2012). Además, promueve el ejercicio y la práctica de actividad física regular, así como el juego y la realización de actividades lúdicas y recreativas para niñas y niños, lo que provoca un aumento en sus funciones cognitivas. Otro estudio, del Servicio Nacional de Salud Escocés, señala que una caminata de 30 minutos en un espacio natural es capaz de reducir el riesgo de depresión y demencia un 30 por ciento (Castell, 2020).
Así pues, hay evidencia de que los espacios verdes, ya sean parques, bosques, jardines o incluso pequeños corredores, son entornos sanadores, por lo que existe una asociación considerable y positiva entre la presencia de la naturaleza y la salud mental de los habitantes de una ciudad. Las distintas maneras en las que se puede interactuar con la naturaleza, desde la simple visualización de entornos naturales hasta la presencia plena y activa en estos espacios, pueden provocar respuestas emocionales en las personas, como reducir el estrés, el flujo de pensamientos negativos y la fatiga mental; mejorar la concentración y favorecer el relajamiento. Está comprobado que las niñas y los niños que padecen de trastornos tales como déficit de atención o hiperactividad muestran menos síntomas al estar en presencia de la naturaleza y que los pacientes sanan más rápido y con menos dificultades cuando pueden ver elementos naturales por sus ventanas.
Por más moderna que parezca la situación planteada, el acceso a la naturaleza y a los espacios verdes eran de suma importancia para las civilizaciones de la antigüedad. En Grecia, por ejemplo, las colinas, las arboledas y los manantiales eran considerados sagrados, y en torno a ellos edificaban sus santuarios, pues la naturaleza era concebida como algo importante para el bienestar físico y mental de los ciudadanos; estaba presente en su vida cotidiana. De igual manera, los romanos conferían gran importancia a la influencia del paisaje en la salud de la gente, como ha quedado registrado en los textos del filósofo naturalista, Plinio el Viejo, o con el poeta Marcial, quien acuñó la frase rus in urbe para denotar los placeres y beneficios que aporta la naturaleza dentro de los confines de la ciudad.
Incluso en la actualidad, hay ciudades que han logrado mantener un contacto íntimo con la naturaleza que las rodea, como Berlín, en la que el 46% de su territorio lo constituyen áreas verdes y cuerpos de agua; o Viena, que contiene un total de 2 mil parques, o sea, 100 metros cuadrados verdes por cada ciudadano (Ghansiyal, 2020).
Ante esta diversidad de beneficios individuales y colectivos, se puede seguir considerando al centro comercial como algo indispensable, pues además de ser necesario para la subsistencia, se ha convertido también en una fuente de empleos. No obstante, el dejar de construirlos conlleva a revalorizar el comercio local, apoyando a pequeñas y medianas empresas que fueron perdiendo dominio en los últimos años frente a los grandes supermercados, tiendas departamentales y cadenas de moda. Además, la generación de espacios múltiples y variados diversificaría los usos e incentivaría la práctica de actividades sociales y culturales. Se desarrollarían también nuevas oportunidades para la gente interesada en los empleos verdes, como paisajismo y urbanismo, sin mencionar los ingresos que podrían proporcionar proyectos como la creación de huertos comunitarios.
Recogiendo lo más importante, el interés por el bienestar físico, social y emocional de las y los integrantes de la sociedad se ha visto aminorado frente a las exigencias de la vida cotidiana que nos ha impuesto un modo de vida capitalista, en el que el estatus y las ganancias que brindan los centros comerciales se han puesto por encima de necesidades básicas, como una buena calidad del aire, la estimulación de actividades físicas, la cohesión social y la paz mental que nos brindan los espacios verdes. El porqué se ha dejado a la naturaleza al final en la lista de prioridades se debe a muchos factores, entre los que se encuentran los retos que implica su conservación y mantenimiento; pero creo que es un esfuerzo que vale la pena con tal de recuperar la conexión humana con la naturaleza, pues “la promesa de un diseño y planificación ecológica para beneficiar la salud y el bienestar de nuestras comunidades y ciudades en todo el mundo es suficiente para que nos pongamos en acción” (Steiner, Thompson y Carbonell, 2019). Por ello, es de vital importancia concienciar al respecto y persuadir a los que administran y construyen las ciudades, para que las repiensen de manera que cualquier espacio proporcione una mejor vida a niñas, niños, mujeres, hombres, jóvenes y gente mayor.
Bibliografía
1. Steiner, F., Thompson, G. y Carbonell, A. (2019). Nature and Cities: The Ecological Imperative in Urban Design and Planning. Lincoln Institute of Land Policy. 6-15
2. Castell, C. (2020). Naturaleza y salud: una alianza necesaria.Gaceta Sanitaria 34, 194-196.
3. Galindo-Bianconi, A. y Victoria-Uribe, R. (2012) La vegetación como parte de la sustentabilidad urbana: beneficios, problemáticas y soluciones, para el Valle de Toluca. Quivera. Revista de Estudios Territoriales, 98-108.
4. Ghansiyal, A. (25 de agosto de 2020) Which Are The Greenest Cities In The World? Travel Earth. travel.earth/greenest-cities-in-the-world/.
5. Vázquez, R. y Gutiérrez, A. (2015). México: País Líder En Centros Comerciales. Real Estate Market & Lifestyle, www.realestatemarket.com.mx/articulos/infraestructura-y-
construccion/16509-mexico-pais-lider-en-centros-comerciales.