- Jorge Eduardo Mota Casillas
En México, la población económicamente activa consta de 61.6 millones de personas (INEGI, 2024), de las cuales el 97% tienen trabajo. Esto incluye a las personas que se encuentran dentro de la informalidad o trabajan bajo distintos regímenes como los de honorarios o por subcontratación incluso.
Ante esta realidad, se debe señalar que previo al análisis que se hacía dentro del materialismo premarxista, el hombre (el ser humano) no podía ser concebido como una persona cuyos conocimientos dependieran de su entorno. Esto se subsanó de manera material con la llegada del pensamiento marxista, en la que hoy podemos definir el conocimiento de las personas a partir de su actividad en la producción material (Tse Tung, 1937).
A lo que quiero llegar con esto es que a pesar de que se han desarrollado ideas en sentido positivo para la humanidad, debido a los intereses financieros y la especulación comercial, se ha fortalecido la idea de que las personas no saben por lo que son, sino que valen conforme a su producción. Esto ha tenido como consecuencia la afectación a las personas y sus comunidades, dentro de los aspectos culturales y políticos, así como dentro del ámbito social.
A pesar de los grandes avances ideológicos, nos hemos “conformado” (a punta de patadas) como sociedad a aceptar un sistema en el que no valemos si no producimos, y me atrevo a decir que todos somos víctimas de esto, si bien no se ve reflejado únicamente dentro del ámbito laboral, también lo podemos encontrar dentro de nuestras rutinas diarias.
Si no tenemos trabajo, buscamos uno para no caer en la miseria (financiera y emocionalmente); si no tenemos actividades, buscamos salir de paseo; si no hay nada que hacer en nuestras casas, nos ponemos a acomodar o limpiar, entre muchos otros ejemplos. El punto es que dentro de la cultura occidental especialmente, la calma es vista como defecto, no como virtud. Por lo que nuestra cotidianidad debe de estar saturada de cualquier evento, esto ha llegado al punto que incluso nos desagrada el silencio.
Toda esta cuestión idiosincrática nos ha llevado a concentrarnos en solucionar un problema sin arreglo, más que a exigir respeto o a moderar la vida digna.
No es novedad para nadie que en el Congreso haya una iniciativa para reducir la jornada a 40 horas por semana, pero no se ha aprobado y no es materia prioritaria porque para los empresarios resultaría malo, incluso hubo luchas para aprobar las iniciativas en materia de licencias por maternidad y paternidad que ahora se ven como un gran avance, a pesar de las supuestas afectaciones a los empresarios.
Todo esto ha generado un entorno en el que la productividad no es un símbolo de satisfacción con nuestra situación familiar, personal y laboral, sino que es la medida en la que se puede cuantificar nuestro valor como personas.
Nos enfrentamos una vez más a las amenazas constantes de que la vocación desarrollada por una persona sea sustituida por una máquina, por lo que nuestra única reacción no es de alivio, sino de preocupación, porque si no somos útiles, parece que no tenemos el derecho a vivir dignamente, al contrario, si no somos útiles, las personas sentirán que tienen el derecho a decirnos que es falta de actitud.
Las afectaciones a grandes rasgos que mencionaba párrafos atrás se ven reflejadas en el hecho de que no podemos disfrutar de la vida, por así decirlo. Incluso ir al cine a perder el tiempo es criticado por alguien, dado nuestro bajo nivel de productividad.
El trabajo, en ese sentido, a pesar de ser un derecho, parece una obligación. A pesar de que en México tuvimos la primera “constitución social”, el trabajo digno sigue siendo una expectativa dentro del país, independientemente de las condiciones. Nos deberíamos enfocar en un combate ideológico, no solo legal con el objetivo de cambiar la noción de lo que es el trabajo dentro de la sociedad.
Referencias
INEGI. Indicadores de Ocupación y Empleo (2024). Recuperado de https://www.inegi.org.mx/app/saladeprensa/noticia.html?id=9332
Mao Tse Tung. Cinco Tesis Filosóficas (1937). Recuperado de https://pensaryhacer.wordpress.com/wp-content/uploads/2008/09/cinco_tesis_filosoficas.pdf