- Demian Valentín García Quintana
Imagina una fiesta donde todes interactúan con sus grupos de personas, algunos bailan, otros ríen; todos toman. ¿Pensaste solo en alcohol? De repente vuelves del baño y ahora hay muchas parejas besándose apasionadamente, y, por alguna razón, un amigue también quiere jugar, pero no sabe cómo. ¿Qué le dirías si te pidiera un consejo para ligarse a alguien? ¿Qué se te viene a la mente cuando “ligar” entra en la conversación?
Si buscamos en Internet “¿qué es ligar?”, nos arroja una definición de Oxford Languages, y dice “Relacionar íntimamente [algo o alguien] una persona o cosa con otra u otras mediante vínculos legales, morales, sentimentales o de otro tipo”. Internet es una herramienta que ha acercado a las personas, presentando la oportunidad de que nuevas opiniones se expresen sobre temas que antes controlaban quienes tenían poder. Pero Internet también es donde se han perpetuado modelos de conducta y abstracción social con los que a lo largo de la historia nos han bombardeado en medios de comunicación y que siguen dañando la forma en la que nos vinculamos. Y como en toda interacción social, Internet se nutre de nosotres y nosotres le nutrimos también, entonces, ¿quién tuvo la culpa?
Las aplicaciones de ligue, apps de citas, dating, o como les queramos llamar presentan una nueva forma de relacionar a las personas. No solo extrapolamos nuestros intereses y amistades a las redes sociales, hacía falta algo más, y ese algo es lo que sea que te haya llevado a usar, si es que lo has hecho, una app de dating o querer ligarte a alguien. En aplicaciones como Tinder, Bumble o Facebook Parejas nos presentamos con específicas fotografías, descripciones, gustos e intereses, y lo mismo vemos de las demás personas. Una amplia variedad de personas se integra en esta suerte de catálogo digital donde decidimos quién sí y quién no cumple con mis expectativas físicas, intelectuales y/o sociales. ¿Cómo ha influido la forma en la que nos relacionamos? Permite ampliar nuestro círculo social, vincularnos afectiva, intelectual y/o sexualmente, y cualquiera que tenga acceso a internet puede integrarse a la amplia comunidad que existe en esas aplicaciones.
Pero en Internet también podemos encontrar testimonios relevantes sobre el discurso machista de hombres que culpan al feminismo de que ya ni ligar se puede, haciendo eco de prácticas que han sido comunes durante años y que ahora se han empezado a cuestionar.
“Creo que al feminismo se le ha ido de las manos la corrección política […] ya no es posible ligar sin que a algunas mujeres les parezcamos acosadores. Si la invitas a una copa, puede parecer que quieres emborracharla. Si insistes un poco para intentar algo, eres un acosador. Si lo consigues, más te vale asegurarte de que tienes el consentimiento expreso o puedes acabar teniendo un problema. No sé… Todo se ha vuelto demasiado difícil” (Camino, 2018).
La notable cita anterior muestra el descontento de miles de hombres ante una nueva forma de ver y experimentar el mundo social, donde las mujeres demandan una igualdad ante la ley y ante la sociedad que durante siglos les fue negada, pero entonces ¿cómo me aproximo ahora a una mujer sin que se sienta acosada? Puedes empezar siendo alguien respetuoso y directo, entendiendo que lo único que puedes controlar de esa situación es la forma en la que te acercas, pero no el resultado que vendrá. La próxima vez que intentes ligarte a alguien, te invito a que reflexiones en qué es lo que estás buscando y esperando de esa persona. Ser demasiado insistente, responder stories de Instagram con la esperanza de enamorarle, fingir desinterés (pero no tolerarlo), mentir sobre intereses en común, acosar con “cumplidos” y ser sinceros (pero en aras de seducir) son cosas que en Internet se siguen difundiendo como “Psicología de la seducción”, “¿cómo ligar con una mujer?”, “frases para enamorarla”, etcétera. Abundan en Internet las páginas relacionadas con “métodos de ligue” que, en su mayoría, o al menos los resultados principales, son dirigidas a hombres heterosexuales y promueven la honestidad como un arma infalible, pero es una honestidad dirigida a manipular a la otra persona: “Según la psicología de la seducción, debes usar la honestidad de forma que genere empatía y emociones positivas: si una persona te asocia a sensaciones agradables, te resultará más fácil seducirla” (Navarro, 2020). Lo anterior es un ejemplo de cómo la comunicación no solo transmite mensajes verbales, sino conductas (Álvarez de la Cruz, 2010, p. 4), puesto que el discurso de aquel que liga está orientado a generar sensaciones agradables y acciones que vayan acorde con su disfrute y conveniencia. Dirigido a mujeres, Internet plantea consejos del tipo “¿Cómo enamorar a un hombre por Whatsapp?” donde perpetúan ideas como el darse a desear para generar interés en los hombres presentándose como no son: “esperar 5 días antes de enviar el primer mensaje […] esperar un tiempo prudencial para dejar claro que tienes interés, pero no eres una persona dependiente” (Dantí, 2020). La propagación de esta información, tan accesible, también perpetúa modelos de interacción machistas, donde el discurso usado está hecho para manipular y para poseer a la persona. Lo anterior escala porque nuestra educación sexual, desde pequeños está dada por una distorsionada visión presentada en medios publicitarios, cine y televisión, como menciona Álvarez de la Cruz (2010) “esta influencia de una civilización hipererótica en una sociedad que no proporciona una educación sexual suficiente y adecuada, hace que los niños y adolescentes se sientan influenciados en sus valores y actitudes”, siendo, generalmente,
negativa esta influencia pues “el aprendizaje no se realiza en un sentido humano y trascendente” (Álvarez de la Cruz, 2010, p. 1). El problema, entonces, no es el medio, sino el fondo del mensaje: la narrativa del discurso del ligue. Hemos crecido pensando que el hombre es azul, no llora y se parece a Superman, mientras que las mujeres son rosas y Barbies que debemos poseer. ¿Ligarme a alguien o ligarme a alguien? ¿Intentar llamar la atención de alguien para poseerle o aproximarme a alguien porque me interesa genuinamente y vincularme a ese alguien? Las dos igualmente válidas, siempre y cuando estén dentro del marco de respeto hacia la otra persona, pero que cuando van de la mano con un discurso machista, solo generan incomodidad y experiencias desafortunadas para ambas partes.
Pero tranqui, si hasta ahora te has vinculado de una forma que te genera angustia o te ha llevado a causar y/o experimentar situaciones incómodas, no es totalmente tu culpa. Hemos crecido rodeades de mensajes así en todos lados, y “modificar los mensajes que se transmiten a través de los medios de comunicación es una tarea muy difícil” (Aznar Díaz & Córdoba y Granada, 2004, p. 123), por lo que nuestra única y mejor arma es ser personas críticas con esta clase de pensamientos y conductas.
Bibliografía
1. Álvarez de la Cruz, C. (2010). Comunicación y sexualidad. Revista Electrónica Cuatrimestral de Enfermería, 19.
2. Aznar Díaz, I., & Córdoba y Granada, F. (2004). Adquisición de estereotipos sexuales a través de los medios de comunicación. Revista Científica de Comunicación y Educación, 121-123.
3. Camino, A. (2018, 28 febrero). Ligar en los tiempos del feminismo: cinco hombres nos hablan de cómo lo viven hoy. Trendencias. https://www.trendencias.com/sexo-y-relaciones/ligar-en-los-tiempos-del-feminismo-cinco-hombres-nos-hablan-de-como-lo-viven-hoy
4. Dantí, C. M. (2020, 24 julio). Cómo enamorar a un hombre por WhatsApp. www.mundodeportivo.com/uncomo. https://www.mundodeportivo.com/uncomo/relaciones/articulo/como-enamorar-a-un-hombre-por-whatsapp-50688.html
5. Navarro, P. F. (2020, 28 abril). Cómo ligar: 10 técnicas de seducción que funcionan. Habilidad Social. https://habilidadsocial.com/como-ligar/