- Alejandro Scopelli Rivas
- José Felipe del Orbe Jr Valdés
- Andrés Jiménez Pacheco
Abstract
Los conflictos bélicos, las batallas y las guerras, son problemas que han acompañado a la raza humana a lo largo de su progreso e historia. Esto es lógico, puesto que la gran mayoría de estos enfrentamientos inician debido a una discrepancia de intereses entre dos o más bandos. Sin embargo, con el constante mejoramiento de los medios de comunicación actuales como el periódico, radio, televisión e internet, surge la pregunta: ¿realmente estarán reportando imparcialmente los hechos de cada conflicto? o ¿están siendo manipulados estos medios con el fin de favorecer los intereses de alguna persona o grupo?
La guerra ha sido una constante que encuentra su origen desde el inicio de la historia de la humanidad, esta se ha presentado tantas veces que incluso se cree es parte de la naturaleza humana. No a cualquier conflicto se le puede adjudicar el nombre de guerra, pues es necesario que se cumplan ciertos requisitos para que se considere como tal, generalmente debe ser la confrontación continua de Estados. Romero Ramírez (2008) la define como “el macro conflicto por excelencia”, esto se debe a que los conflictos trascienden a los ámbitos psicológicos, culturales, económicos, políticos, normativos y sociales.
Este último punto resulta precisamente importante, puesto que el ser humano es un ser social. Desde su aparición ha buscado la manera de comunicar los sucesos que acontecen a su alrededor, comenzando con las pinturas rupestres, cuentos, moralejas y fábulas transmitidas de boca en boca, hasta la invención de la imprenta, radio, televisión y, en estos tiempos, las redes sociales y el internet, la humanidad ha sacado provecho de estos medios para exponer lo que acontece día a día e ir dejando un registro de la historia. Queda más que claro el papel tan importante que han tenido los medios de comunicación en nuestra historia, pues, así como nos han permitido llegar a lugares que en el pasado eran inimaginables, también han abierto el paso a que diversos países decidan cómo presentan su realidad y por medio de ello controlar la visión de las masas, contándoles la perspectiva que más les conviene que se conozca. Este nuevo paso que da la guerra hacía un territorio social y mediático, permite que se asesten diversos golpes que, usualmente, son el preludio de una declaración formal de guerra, con un impacto en el inicio, durante y después de esta.
Un ejemplo claro de esto es el caso de “la niña de Kuwait y la invasión a Irak”. Corría el año de 1990, en ese entonces Irak, comandada por Sadam Hussein, había recién invadido Kuwait con el propósito de reclamar petróleo y dinero para saldar las deudas financieras que habían contraído con ellos. En ese momento, Estados Unidos se encontraba bajo el mandato de George Bush, y la nación anteriormente mencionada había sido aliada de Irak, por lo que mantenía una buena relación con el país, debido a eso EE. UU. había establecido un plazo para que Irak retirara sus tropas de Kuwait, con el fin de impulsar una solución más pacífica para su conflicto. No obstante, al poco tiempo de haber declarado esto, salió a la luz el testimonio de una niña de Kuwait en el que narraba, de acuerdo con la BBC, lo siguiente: “Se llevaron las incubadoras y dejaron a los bebés muriéndose tirados en el frío suelo”. Su historia se viralizó por todos los medios de comunicación y determinó la decisión a tomar del gobierno estadounidense: invadir Kuwait con el fin de acabar con los actos atroces de las fuerzas de Irak. Sin embargo, más adelante se reveló que la niña kuwaití, de nombre Nayirah Al-Sabah, era hija de Saud Nasser Al Saud Al Sabah, embajador de Kuwait en los Estados Unidos. ¿Y el relato de los bebés tirados en el frío suelo? No había sido más que una historia inventada que formó parte de una estrategia de relaciones públicas financiada por las autoridades kuwaitíes, la cual justificó el despliegue de fuerzas estadounidenses en Kuwait y dio inició a lo que se conoció como la guerra del Golfo.
La guerra del Golfo ocupa un lugar especial en la historia contemporánea; si bien no es la primera vez que occidente ha intervenido militarmente en medio oriente, marca decisivamente el periodo de guerra perpetua por el que siguen transcurriendo los Estados Unidos de América. Jean Baudrillard, filósofo francés dice: “La guerra […] es producto de una relación antagónica, destructora, pero dual, entre dos adversarios. Esta guerra de ahora es una guerra asexuada, quirúrgica, war-processing, cuyo enemigo sólo figura como objetivo en un ordenador”. A Baudrillard no le llama la atención ni le parece determinante la asimetría en el conflicto, después de todo, Estados Unidos ha recibido derrotas en un sentido práctico por parte de fuerzas militares ínfimamente menores (Vietnam y Cuba siendo los primeros ejemplos que nos saltan a la cabeza). Sin embargo, hay diferencias importantes que deben ser señaladas: la primera, que este conflicto no parece ser una guerra “proxy”, no era Estados Unidos contra la URSS utilizando a Irak y a Kuwait de máscaras. Lo más importante (y lo que a Baudrillard tanto le interesa), es el control mediático que se dio en el transcurso de la guerra. La mediatización da la impresión de que hay un guion cuidadosamente planificado, y lo que en su tiempo parecían ser ideas frescas, hoy parecerían acercarse más a la banalidad.
¿Acaso nos encontramos inmersos en una conspiración en la que Bush, Saddam Hussein, Barack Obama, Donald Trump, Joe Biden, etc., conspiran para mantenernos distraídxs? Por supuesto que no, sin embargo, difícilmente podemos de buena fe ignorar el círculo vicioso en el que nos encontramos. Las crisis humanitarias, y los llamados a la acción que las acompañan, nos pegan más a nuestras pantallas. Lo que nos mueve (¿paraliza?) es un extraño cóctel de desesperación e indiferencia. Poco después, nos aparece el alivio, se elaboran campañas publicitarias en torno al último desarrollo de la trama mundial. Organizaciones no gubernamentales aprovechan la crisis para recaudar fondos y voluntarios con la intención de aliviar el sufrimiento producto de la última tragedia. Su trabajo es real, el alivio que ofrecen afecta a personas reales, salva vidas reales; pero nunca termina por solucionar los problemas de raíz. Peor aún, se produce el efecto de generar un sentimiento de conformismo en quienes apoyan con su granito de arena, alimentando nuestra adicción al consumo. Se llega a un equilibrio perverso, que nos mantiene indefinidamente en el ocaso entre los momentos previos y posteriores al estallido de la crisis.
La destrucción fue real; los bombardeos por dron fueron reales; las muertes, de combatientes talibanes, norteamericanos, y todxs sus respectivxs aliadxs fueron reales. ¿Pero la guerra? ¿La narrativa que envolvió a los acontecimientos? Completamente fabricada, y queda la pregunta incómoda por hacer: ¿a qué necesidades se acomoda, y a quién beneficia su fabricación?
Bibliografía
1. A. (2016, 10 agosto). The Girl Who Sold the War to America. AnonHQ. https://anonhq.com/the-girl-who-sold-the-war-to-america/
2. Baudrillard, J. (1991). La guerra del Golfo no ha tenido lugar. Barcelona: Anagrama.
3. BBC News Mundo. (2018, 25 abril). 3 noticias falsas que propiciaron guerras y conflictos alrededor del mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-43725918
4. González, G. A. “Definición de Guerra de Cuarta Generación.” Definición ABC, Oct. 2018, www.definicionabc.com/historia/guerra-cuarta-generacion.php. Accessed 5 Sept. 2021.
5. Romero Ramírez, Antonio José. “Guerra Y Paz.” Revista Mexicana de Sociología, 2008, www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-25032008000300005. Accessed 1 Sept. 2021.
6. Exploring Your Mind. (2018). Image. 16/09/2021, de Exploring Your Mind Sitio web: https://exploringyourmind.com/10-strategies-of-media-control-noam-chomsky/