- Daniela Fernanda Ramírez Lugo
Particularmente la respuesta más obvia sería pensar que el amor o la pasión se desvanecen si están pasando por un episodio depresivo, sin embargo, es uno de los pocos sentimientos que experimentamos en esos momentos; claro está que el amor al que hago referencia no es el clásico dulce e ingenuo que yace en el primer beso o en el noviazgo; ni siquiera el amor de madre hace acto de presencia. El amor que se experimenta es aquel que yace en invierno y se protege con espinas, como un capullo de rosa.
Hablando desde la experiencia clínica y personal, la depresión es uno de los procesos más complejos que existe dentro del ámbito psicológico. No solo te priva de experimentar el placer de una forma física, también te va carcomiendo desde adentro hacia afuera de tu mente. Una definición dada por el DSM-5 (el manual para identificar trastornos y conductas de psicología) la depresión es la “Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones, casi todos los días (a partir de la información subjetiva o de la observación por parte de otras personas).” A simple vista se puede pensar como una disminución de la capacidad intelectual y emocional para llevar a cabo actividades cotidianas, y objetivamente eso es, pero es muy deshumanizante dejarlo solo ahí. A partir de la experiencia podría dividir la depresión en varias etapas: la melancolía ocasional, el desastre emocional, el vacío y el suicidio.
La melancolía ocasional inicia cuando de vez en cuando estas triste, pero no como estas acostumbrado, sino, como una sensación de que has perdido algo que no te preocupaba antes, pero por una extraña razón, sientes que no puedes pensar claro hasta que la recuperes. Empiezas a alejarte lentamente y sin notarlo de ciertas situaciones enriquecedoras: hablar con tus amigos, realizar algún hobby que te gusta o incluso el no tener ganas de peinarte por la mañana.
Aquí el primer fantasma del amor se hace presente: el amor a los demás.
Ese simple sentimiento de alegría al disfrutar tu postre favorito o mirar un atardecer, se transforma en una gran e incómoda duda atorada en tu pecho; la duda de si en realidad todo lo que te hace sentir pleno en realidad vale la pena: ¿que sentido tiene arreglarme hoy si nadie lo notara? ¿para qué compró esto si no lo merezco? ¿para qué salgo hoy?
Este amor está marchito y sus latidos son débiles. Uno mismo empieza a sentirse más débil, más ligero…como si en cualquier instante una brisa pudiera llevarte consigo.
El siguiente amor que se pierde es el propio.
El desastre emocional es más turbulento, intenso y apasionado. Es el momento donde siente que el dolor te desgarra; vas a morir, lo sabes, pero no puedes hacer nada al respecto. No hay palabra, abrazo o acto que pueda tranquilizar todo lo que sientes; estás en un frenesí interminable de desesperación, amor, desamor, dolor y fracaso donde si te tiras al piso podrás sentir tu cuerpo adormecerse ante la sobredosis de adrenalina.
Este amor se vuelve contra ti y te hace odiar cada fibra de tu ser y de el mundo en general; pretender que no siente que te está matando lo hace especial de cierta forma, es como un amante tóxico que tienes que negar ante los demás pero cuando estás a solas dejas que te tome hasta que olvides lo mucho que te lastima.
El tercer amor es el que se ha perdido en su totalidad.
Para este punto, ya has pasado las etapas más difíciles, ya no hay nada contra qué luchar ni nada por llorar. Tu mente ha muerto. Tu cuerpo ha muerto. Tu alma, si es que existe, ya ha perecido.
Esta etapa es la más desconcertante de todas, ya que es sorprendente que aunque has sentido toda tu vida, ahora te sientes entumecidx emocionalmente: estás vacíx.
Aquí te levantas por la mañana y al despertar tu cerebro no produce pensamientos, tu cara no expresa nada y tu cuerpo no se mueve, lo sientes pesado y desconectado de ti; el dia pasa y no te mueves, tal vez, para poner música o ir al baño, fuera de eso, permaneces en la cama incapaz de hacer cualquier cosa. Nada importa ya. Nada vale la pena. No hay pasado, presente ni futuro, lo único que existe ahora es tu respiración y el entumecimiento.
El último amor que pierdes es el amor a la vida.
Existen muchos poemas, libros, canciones y más sobre este tema, yo solo lo contaré desde la perspectiva práctica: lo primero que ocurre es la diminuta idea sobre cómo sería tu muerte. Nada importante, nada serio, solo una idea.
Una idea que se convierte en un plan, que se convierte en una carta de suicidio, búsquedas en internet, compras y despedidas. Un plan que se convierte en intentos.
Un intento que culmina con la muerte… o más bien las ganas de volver a sentir amor.
Hay muchas razones para comenzar con una depresión, pero al final todas te llevan al mismo lugar. Una pérdida lenta y dolorosa del amor: te desangras primero emocionalmente, y luego físicamente. Una rosa roja en medio de la nieve.
Siempre hay amor en una depresión, ya que el amor está lleno de esperanza, y la esperanza es lo último en morir.
Nota editorial.
El suicidio es un tema serio que no debe pasarse por alto. El no hablarlo o hablar acerca de la depresión, no hará que desaparezca. Si sientes o sabes de alguien que se encuentra en una situación de depresión o has pensado en la muerte, recuerda que no estás solx.
Líneas de atención psicológica.
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Líneas de ayuda.
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