- Luz Andrea Martínez Coronado
Aún ya teniendo una quimera de referencias vagas sobre lo superficial e imperfecto de la belleza, mi tarea como escritora es desmembrar el léxico hasta hallar la palabra justa para manifestar mi autentica alegoría. Pero tal efecto debe ir estrictamente ligado a lo que es la intoxicación del corazón, un ahogo entero de alma y cuerpo, un trasnochar del ser sin sueño y sin aliento, mancillado por los dulces.
De lo contrario a lo que espectamos en modelos, la verdadera belleza deriva de lo perteneciente al cielo; no requiere cuestionamiento, pero sí la experimentación de un sentir literario/poético.
La poesía y la retórica se dan de azotes, buscando un lugar que supere a la animalidad del hombre, perpetuando en la belleza metafísica, haciendo de las suyas un sentimiento poético; un alcalino de la belleza sobrenatural.
Dichas teorías se sostienen en un brebaje de melodías propias, carentes de un sentido popular; chocosas al quiebre colateral del intelecto y la conciencia, que bien rebelde condena al deber y la verdad como incidentales represalias. Reminiscencias de un placer; el más puro, el más sublime y el más elevado. Un lenguaje de labio a labio deriva, sostengo, sólo de la contemplación de la belleza. Sólo en la contemplación de la belleza se le puede dar nombre a un lenguaje sin nomenclaturas que, por regla del arte, la excitación del alma se plasmará de manera auténtica tan sólo en un par, que en el resto las connotaciones estarán expuestas para el libre albedrío, pero siempre formando pináculos dentro de la provincia del poema.
Que yo hago de mis versos una simple verdad, que entre falacias se distingue de los aciertos en la satisfacción de la razón, de la pasión y la excitación del corazón; pues es más obvio que no existe causa alguna que niegue sobre los efectos alcanzados en el poema. Que está más que claro que palabra sometida aquí no es un clamar a manera incidental, que de distintas maneras los afines de la obra es embelesar el papel; contornearlo con subidas y bajadas de tono que se adecuen a tú belleza, que estipulen una atmósfera cercana a tu cuerpo para mi propia realidad.
Pues alcanzarlo sería la meta ideal. Una Aspiración humana a la belleza sobrenatural, que en este inhóspito presente de cólera, temo a culminar su contemplación.
Abordarla hace del presente un propósito meramente difícil de lograr, no en un modo natural. Más bien, imposible en el no natural, quien nunca adoptaría su sustancia anímica a la masa de la humanidad.
Yo, estúpido y pobre al querer profanar en tú encanto para mi obra. Imbécil de querer retratar las 182 lunas; pero el artista siempre regresa, y como el ocaso, termina iluminando al bendecido más allá de lluvia y niebla. Ahora tú, ven, que, a este sentimiento exangüe por tu cuerpo, haz de calmar, que, a estos versos carentes de gustoso grito, haz de alegrar a este fúnebre deleitar. Opera el alma que descansa en el poema y presta a la palabra del poeta la belleza de tu voz.
Bibliografía
1. Phantom other. Drømsjel, 2017.